Es un placer lanzarse al agua que fluye límpida y fresca de sol: a esta hora no hay nadie.
Al rozarlas, las cortezas de los chopos te hacen estremecer, mucho más que el agua crepitante de un chapuzón.
Bajo el agua todavía está oscuro y hace un frío que pela, pero basta emerger al sol y se vuelven a mirar las cosas con ojos lavados. C.
Al rozarlas, las cortezas de los chopos te hacen estremecer, mucho más que el agua crepitante de un chapuzón.
Bajo el agua todavía está oscuro y hace un frío que pela, pero basta emerger al sol y se vuelven a mirar las cosas con ojos lavados. C.