De mi infancia en
Deza, en los
veranos, os puedo contar que era
costumbre después de
comer echarse la
siesta, merendar y como cualquier niña que tuviera unos 8 años no tenía permiso para salir hasta después de la 7 de la tarde. Se me preparaba "labor" y junto a las abuelas, tía y vecinas en la
puerta de
casa cosía. De aquella época me ha quedado el hábito de hacer las cosas una sola vez: Una mantelería, un pañito, un jersey, una bufanda, unos calcetines, un vestido... Las abuelas no, muchas mantelerías,
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