A la luna, en todos sus ciclos o fases la podemos mirar directamente con nuestra vista y siempre la encontramos bellísima y no pasa nada por ello. No es el caso del sol al que no se le puede mirar, sin protección, ni dos segundos seguimos pues nos quema la retina de los ojos incluso cuando casi está tapado del todo, en los eclipses,
La luna apenas influye en el diario devenir de nuestras vidas, lo contrario de lo que ocurre con el sol, que es el que manda y ordena. Sólo hay que tener en cuenta las estaciones del año, que las rige el astro rey como dueño y señor. En cambio la luna tiene otras virtudes y entre ellas está la de ser la reina de la noche. ¿Cuantos poetas no se ha inspirado en su carita llena...? ¡Qué bella en una noche nevada...!
Sin embargo voy a referirme a otro aspecto de su influencia, por ejemplo en las mareas y en los campos. Los hortelanos, sobre todo, respetan mucho sus ciclos y los tienen en cuenta a la hora de sembrar sus simientes. Si siembras ajos, por ejemplo en luna llena, se suben encima de la tierra y no echan raíces. Es como si no sembraras y así otras muchas cosas. A mí, es cierto, en esta última luna llena se me han perdido las coles y coliflores, lechugas y apios. Tengo que aclarar que fue culpa de un depredado, por no llamarlo de otra manera, que aprovecho la luz nocturna para llevarse las plantitas recién puestas en tierra y que me dejó los hoyitos que ocuparon. Hoyitos que me han servido para repoblar de nuevo mi tabla de huerta destinada a hortalizas. No es fantasía, es verdad.
Un abrazo
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