La superstición es una creencia o noción que se acepta a ciegas. Hace casi un centenar de años, cuando los adelantos de la ciencia pusieron al descubierto muchas creencias que se aceptaban ciegamente, la célebre Encyclopœdia Britannica predijo que en el futuro habría “una civilización liberada del último asomo de superstición.”
Pero ese pronóstico nunca se hizo realidad. Aunque la ciencia y la llamada civilización han hecho que algunas personas sean menos supersticiosas, una edición más reciente de la misma enciclopedia ya mencionada admite: “Pocas son las personas que, puestas bajo apremio, no admitirían que secretamente abrigan una o dos creencias irracionales, o supersticiones.” Hoy día se informa que hasta pilotos, serios y sumamente diestros, a cargo de pilotar enormes reactores de aerolíneas comerciales, “frecuentemente, antes del despegue, forman una cruz con los cinturones de seguridad que no se han utilizado, o escupen contra una rueda después de haber realizado la inspección que antecede al vuelo.” Todo esto se debe a superstición.
¿Por qué subsisten todavía tales supersticiones? El Dr. Edward Hornick, profesor de siquiatría en Nueva York, dice: “En la vida, uno de los mejores refuerzos contra la duda, la ansiedad y la inseguridad son las supersticiones.” Pero mi opinión personal es que hay dos factores que casi siempre están detrás de todas las supersticiones… el temor y la ignorancia.
Las supersticiones son un fenómeno mundial. Algunos las valoran como herencia cultural, y otros las consideran meras curiosidades que añaden sabor a la vida. Las supersticiones varían mucho de una parte a otra del globo, y su difusión depende de las tradiciones, leyendas y circunstancias de cada lugar.
Aunque algunas supersticiones parezcan curiosas o inofensivas, otras resultan nocivas o incluso mortales. Una interpretación siniestra puede convertir en peligroso un suceso normal. Veamos algunos ejemplos que demuestran la persistencia de la superstición.
Yo por ejemplo, siempre me calzo el zapato derecho en primer lugar. Esto viene de lejos: Cierta vez me dijo un chico que calzarse el pie izquierdo en primer lugar, traía mala suerte. A la mañana siguiente, para llevarle la contraria me puse primeroo, el izquierdo. El profesor, al poco rato me sacó a decir la lección y me puso un CERO. Desde entonces...
Un abrazo.
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