El labrador no podría dejarse en casa ni su chaqueta, ni su boina, ni su sombrero y debería calzar una buenas albarcas ya que tendría que andar entre terrones y surcarriadas, una cantidad considerable de kilómetros, al día. Y menos todavía debería olvidar su merienda, su bota, su botija y sus bártulos de fumador. Había que echar de vez en cuando un cigarrillo para que descansen los animales y el conductor del arado.
Al mediodía tampoco debería olvidarse de dar agua a sus animales después de que ... (ver texto completo)
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