El gorrión, llamado también pardal en muchos lugares, es tan antiguo en los pueblos como el hombre mismo. Siempre ha sido su compañero a pesar de quererlo y tratarlo tan mal como se podía, con la escusa de que se comía sus cosechas. Y con toda razón pues hasta tiempos recientes no había manera de controlarlo y hacía daños importantes en las plantaciones de las huertas y tierras sembradas cercanas a los pueblos. Se cazaban con ratoneras y sobre todo cerrando la puerta del gallinero en donde se habían
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Es cierto, abuelo. Los gorriones hacían verdaderos estragos en la
agricultura. Otrora abundaban tanto y sus bandadas eran tan numerosas, que, cuando caían en un trigo, lo arrasaban; sin embargo ahora se dejan miles de quilos en
las eras y a la intemperie. No solamente era el trigo que comían, sino el que caía de la espiga y que era irrecuperable. A propósito de esos gorriones que se comían el trigo, recuerdo una anécdota que ocurrió en uno de los
pueblos que dependían de mi oficina:
Junto a la
estación ... (ver texto completo)