El gorrión, llamado también pardal en muchos lugares, es tan antiguo en los pueblos como el hombre mismo. Siempre ha sido su compañero a pesar de quererlo y tratarlo tan mal como se podía, con la escusa de que se comía sus cosechas. Y con toda razón pues hasta tiempos recientes no había manera de controlarlo y hacía daños importantes en las plantaciones de las huertas y tierras sembradas cercanas a los pueblos. Se cazaban con ratoneras y sobre todo cerrando la puerta del gallinero en donde se habían ... (ver texto completo)
El que tenía un buen gallinero, tenía una fuente de proteínas importante puesto que allí cogería los gorriones que quisiera. En otros, en cambio no se metía ninguno. Yo lo comparo a aquellos bares que están llenos de juventud y encima tienen que hacer cola y otros, al lado mismo y con más lujo y comodidad, ni lo pisan. A los pardales les ocurría lo mismo; siempre entraban donde menos te lo esperabas aunque al lado tuviesen otro gallinero más amplio y con más comida, quizá.
Un abrazo.
Un abrazo.