Buenos días Deza: Hoy quisiera contaros la historia de un gallo de veleta que quiso ser como los demás. Era una noche estrellada de invierno y el frio se metía en los huesos. El sereno pasó por la plaza soplándose los dedos para entrar en calor. De haber mirado a la torre de la iglesia hubiese visto, a pesar de que no corría ni un soplo de aire, que el gallo estaba forzejeando y moviéndose de una manera inusual. (De haberlo notado hubiera pensado que un nuevo repaso del herrero Enrique y de su ayudante ... (ver texto completo)