Pues el tio Juan Sabino trillaba con una burra a coyunta con el tio Domingo el Torrijano que tenía otra. La parva que echaba era un poco mas grande que la palma de la mano, el trillo tan estrecho que casi no se podía subir uno encima y cuando la aventaba con el viento de la tarde, le quedaba un puñado de trigo. Muchas veces llamaba a mi padre y echaban un cigarro de picadura, juntos, encendiéndolo con su mechero de yesca. En una sóla talega se llevaba lo que había trillado en todo la jornada. No ... (ver texto completo)