En el
verano de 2006 lleve al
pueblo media docena de pollitos y mi nieta y sus amiguitos se lo pasaron estupendamente con ellos. No había hora del día en la que no les hiciesen una visita y los cogieran para acariciarlos. Al final que quedaron allí a cargo de un buen
amigo que los hizo grandes con sus cuidados, tal como saben hacerlo en todos los
pueblos. Un abrazo