Hace muchos años, en este mísmo lugar estaba
la era que hacía servir mi padre para
trillar sus mieses. No era muy buena; pero estaba muy cerca de nuestra
casa y aunque era pequeña, nos las arreglábamos con ella para sacar adelante nuestra escasa cosecha de cereales. Estaba al pie del Cerro de la Horca y en el lado sur la cruzaba una franja rocosa, al parecer muy fuerte y estable. No lo debía ser tanto como parecía pues hace pocos tiempo, un año lluvioso, cuando ya nadie la hacía servir para nada, de buenas a primeras se derrumbó todo aquel farallón de
rocas y enronó el solar con cientos de toneladas tal como apreciamos en la presente
fotografía