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¡Vaya garrapiñadas...!, DEZA

Ésta era de trillar perteneció en sus tiempos al tio Celedonio "el Perdido". Había una pequeña casilla excavada en la arcilla debajo de la roca y en invierno, por un pequeño arroyo, salía al exterior el agua que manaba, dentro. El botijo, en verano, se mantenía fresco como una rosa puesto que allí nunca pegaba el sol. Después fue del tio Ezequiel "el Picarín" al cual se la vendió un dezano residente en Madrid que se llamaba Feliciano, hijo de Celedonio. El último dueño fue mi padre. Ahora puede ser de cualquiera pues las eras ya no sirven para nada y menos ésta con semejantes almendras garrapiñadas. Ni las de Alcalá... Un abrazo
Así quedó la era que era de mi padre. El hueco que se aprecia en la fotografía fue la casilla. Es de suponer que si uno hubiese estado durmiendo en el momento del derrumbe hubiese salido milagrosamente ileso ya que la piedra se volcó hacia delante.

Esta foto viene a ser complemento de la anterior.

Un abrazo.