LA SOPETA DE
PAN Y VINO
En los tiempos en que yo era chico, la mayoría de las
familias no tenían otro ingreso que lo que recogían del
campo y muchas veces, mas bien, venía justo. Era un descanso acabar de eras y tener recogida la cosecha. Entonces las
fiestas ya se podían disfrutar con un poco de tranquilidad. Pero lo que más tranquilidad daba, era tener la cosechilla en el
granero asegurando el pan para los hijos y el pienso para las caballerías.
La merienda se componía de un buen mendrugo de pan de aquellas hogazas tan hermosas de dos kilos de peso y otras cosas que había por
casa, como podía ser un trozo de chorizo, lomo, costilla de adobo y también, por qué no, un trozo de tocino curado etc… Podía ser también una
fruta del tiempo, un racimo uvas, unas olivas negras o bien el pan remojado de vino negro espolvoreado con azúcar, como último remedio y que se llamaba SOPETA. Mas que nada era merienda de chicos y no recuerdo mas que de una muchacha que se atreviera a salir a la
calle con su sopeta, como los demás. Existía el peligro de que si repetías lo mismo varios días, te decían que era eras eso, un sopetas. Otro insulto, de los suaves era el de sopazas, que se supone sería por
comer muchas sopas y que serían, de ajo, pero esto, por la mañana o por la
noche.
Otro remedio, para cambiar el menú de la merienda era pedirle a la madre una perra gorda o un real e irte a cambiarla por algún artículo de importación, a la
tienda del tío José.
A veces también hacías intercambio con algún chico, si alguno carecía de lo que el otro abundaba y al revés.
Lo que también tengo presente es que jamás me comí la merienda sentado en casa. Nada mas de prepararla salía volando a la calle para encontrar los
amigos y jugar. Una vez que vino a
Deza un capataz de la
carretera que tenía un hijo llamado Antonio, fuimos a llamarlo y estaba merendando y su madre no le dejó salir hasta que acabó, diciéndole que comer por la calle, estaba muy mal. Era la primera vez que yo oía tal cosa y quedé sorprendido, pues era una regla que iba en contra de mis principios que era correr y merendar al mismo tiempo. Cualquiera perdía un minuto de jugar… ¿eh?.