Me decía un conocido mío que ahora, con los
coches ya no hacen falta las golondrinas pues cada automóvil en un viaje más o menos largo, mata cientos y hasta miles de
insectos. Lo puedes ver en el parabrisas, en la calandra y hasta en la poca superficie que tiene el reverso del
espejo retrovisor: Todo aparece con restos de bichitos adheridos que han chocado contra nuestro mastodonte que marcha a tanta velocidad. En parte tiene razón; pero aparte de que el
coche mata también muchas aves de toda clase, se carga la
comida de los insectívoros. Más valía que hubiese más golondrinas y menos coches. Por otro lado... ¡Si faltara la golondrina en nuestros
pueblos, Señor, qué desgracia! Buenos días
Deza, un abrazo.