Ya nadie me quiere. Fuí abandonada en el campo y duermo como los niños de la calle de muchas ciudades del mundo: Abandonada a mi suerte, igual que ellos. En tiempos me quisieron a rabiar y me llenaban de besos y hasta dormía en una cunita abrigadita con suaves ropitas de seda. No sé que pasó; pero mi existencia cambió de la noche a la mañana y ahora duermo entre sapos, culebras y cardos nadie me quiere.
Hace dos días mi corazón se estremeció porque el abuelo me cogió en sus manos, me hablo cariñosamente...