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Viento del norte, DEZA

Buenos días Deza: Hoy quisiera contaros la historia de un gallo de veleta que quiso ser como los demás. Era una noche estrellada de invierno y el frio se metía en los huesos. El sereno pasó por la plaza soplándose los dedos para entrar en calor. De haber mirado a la torre de la iglesia hubiese visto, a pesar de que no corría ni un soplo de aire, que el gallo estaba forzejeando y moviéndose de una manera inusual. (De haberlo notado hubiera pensado que un nuevo repaso del herrero Enrique y de su ayudante...
Has acertado amigo. Un 10 de nota por tu buena observación. He visto en tu escrito que ya no conservas el bocabulario que aprendiste de pequeño en nuestro pueblo de Deza, al ver que escribes tirachinas en vez de tiragomas. Eso de tirachinas se te quedó al hablar con otros de fuera o sea que deduzco que también eres un emigrante. Nunca te de vergüenza decir palabras que aprendiste de pequeño pues generalmente hay muchas que son muy nuestras y no las debemos de olvidar jamás. Un abrazo.
Me ha gustado mucho tu cuento, abuelo amigo, porque se que eres el abuelo. Yo te voy a dar algunas razones por las que no pudo ser en nuestro pueblo. La primera, porque en nuestra torre no llegamos alcanzar al gallo ni aun con tirachinas pues está muy alto y nuestra piedras e impertinencias no las sentiría, ni en su orgullo ni en sus carne (digo hierros). Está tan alto, que parece que tenga su acostadero, allá en las nubes. Solo el tio Elias, el Hermetes y su padre el tio Paco, podian subirse hasta...
¡Esta es la veleta que restauré con la ayuda de Enrrique el herrero! Lo hice cuando hacía cosas para el pueblo mientras cumplia con la objeción. Creo que fui el primer objetor de Deza. Saludos a todos desde Torrijo.
Deza a pesar del año tan seco que ha venido pues se ha ido escapando de la quema. Quiero decir que no ha sido un año tan malo como se esperaba. Se nota, en que solamente dos agricultores del pueblo han hecho revisar el redimiento de sus cosechas de cereales, para poder cobrar del seguro. Ya nos hubiéramos dado con un canto en los dientes, si en tiempos pasados en los que se segaba con hoz, hubieran dado esto y hasta un poco menos, aun siendo años buenos. En el año 1946, tuvimos que arrancar la cebada...