Es posible que cada paisano que nos visitó en Deza ese día del soriano ausente guarde en su memoria el momento exacto en que salió de Soria para emprender una nueva vida. De seguro que fueron momentos amargos y llenos de zozobra y de incertidumbre. Lo que pasó es que aquel éxodo también escondía en su interior un objetivo y era mejorar su vida. Por lo tanto un momento también de enorme esperanza. Aunque no hay cifras oficiales sobre el número de sorianos que estamos fuera de la provincia desde hace muchos años, se puede adivinar que se podrías llenar una Soria y media, con todos nosotros. Y es que en toda Castilla y León, la emigración fue imparable sobre todo desde los años 50 al 80. Aunque el flujo no cesó nunca, apartir de los 80, las pérdidas que se registraron fueron ya muy por debajo, de lo que habían sido a mediados del siglo XX. Hoy en día, la paradoja de la vida, hace que Soria esté destinada precisamente a todo lo contrario: A recibir inmigrantes. Un saludo Deza.