El día de San Blas, en Deza no teníamos escuela por la tarde. Después de comer a toda prisa, cogíamos, sobre todo los pequeñajos, el rollo que nos había hecho la madre y aunque lo preceptivo era ir a esta ermita a bendecirlo, muchos de nosotros nos íbamos directamente de casa a donde nos pareciera mejor y allí con los amigos nos comíamos el rollo, sin esperar siquiera a que fuera hora de merendar. Los de más edad, me refiero de diez años para arriba, si que se iban hacia El Mediano que es donde estaba el Santo y pasaban la tarde jugando en los pajuceros a la cochinilla y el abadejo, aquí te cojo y aquí te dejo. Al perdedor lo envolvían en "pajuzo" hasta el cuello, dejándole solamente la cebeza al descubierto. Siempre se la cargaba el más ignorante que solía ser el más pequeño generalmente. Ahora, como hace muchos años que estoy fuera del pueblo y como tampoco existen los pajuceros, no se de que manera se celebrará la festividad de San Blas. Solo le pido que con su intercesión nos libre de los males de la garganta, del cuales es el patrón. Un abrazo a Deza.