En su tiempo cumplió la misión para el que fuera hecho el miarador de San Sebastián. Así es como lo llamaban sus dueños y los que mandaban sin duda eran ellos, así que con ese nombre se quedó. Estaba muy bién orientado hacía el mediodia y en los días despejados, allí hacía un calorcillo muy apetecible. Claro que no tenía la ventilación que tiene en la actualidad pues estaba bien guarnecido de cristaleras y tenía todas las tejas bien puestas y en orden. Ahora en cambio da pena mirarlo por la mala impresión que causa una cosa que fue tan bella. La Casa Alta va al mismo tono pues podéis suponeros como estará viéndole la cara al mirador. Os saluda una nostálgica dezana.