Con las ruinas de la ermita de San Blas nos quedó este arco tan hermoso, que lleva ya en pié más de sesenta años. Nos quedó también, para verguenza de los dezanos. Por lo menos las ruinas de la ermita de Santa Ana se hicieron desaparecer y ya se borró el recuerdo para la mayoría que sólo saben que hay un sitio que se llama con ese nombre. En cambio en San Blas, lleva decenios mostrándonos nuestra dejadez, nuestra poca preocupación por lo nuestro, por lo que nos dejaron nuestros mayores y haciendo patente a todo el mundo que a Deza se le caerá el arco que no merece ese fin. ¡Conservemos el arco...!