Lo del burro hacíamos lo que podíamos pues ese tipo de salto no a todos se nos daba bien. Saltar, saltar, lo que se dice saltar… éramos unos ases en lo de “Saltar a la goma”:
Para practicarlo tan sólo se requiere una goma de varios metros de largo, muy elástica, que las niñas adquiríamos en el comercio a tanto el metro y que después uníamos sus extremos por un nudo. Hace falta un mínimo de tres jugadoras, dos para sujetar la goma y otra que es la que salta. Ese número es considerado precisamente el más adecuado; sin embargo no siempre era así. Cuando sólo había dos niñas, nos veíamos obligadas a sujetar un lado de la goma a un poste, silla u objeto similar a fin de sustituir a la que faltaba. También jugábamos en solitario, disponiendo la goma alrededor de dos sillas. La que salta comienza a jugar efectuando una serie de pasos al ritmo de una canción. Una vez ha completado el ejercicio sin haber cometido ningún fallo, lo repite nuevamente, pero esta vez a mayor altura. Los movimientos de la que salta suelen consistir en introducir y sacar repetidamente uno o los dos pies dentro del espacio delimitado por la goma, otras veces es liar ésta a un tobillo para a continuación volverla a desliar, en ocasiones hacer lo mismo con las dos bandas de la goma, etc.., todo ello con extraordinaria habilidad y evitando trabarse. Si falla, pierde la vez y pasa a ocupar uno de los puestos que la sostienen. Yo no recuerdo las letras que se cantaban en este juego solían ser estribillos pegadizos procedentes, a menudo, de anuncios publicitarios de la televisión o canciones inventadas, he encontrado esta que se cantaba en el norte: “Siempre hay un motivo para usar nivea, que no te falte nivea, que no te falte, que no te falte”.
También saltábamos a la cuerda al ritmo de las canciones “El Cocherito leré” y “Al pasar la barca” cuando era en grupo. De tanto repetirlas durante tantos años estoy convencida que a nadie se nos ha olvidado. Si lo hacíamos con un saltador, en solitario, se hacía contando para ver hasta cuanto durábas; también se invitaba a otro a saltar contigo con la misma cuerda y sin perder el ritmo. Actualmente todavía en Deza con motivo de algún evento se ve alguna cuerda, pero los niños no están entrenados y a nosotros solo nos quedan las ganas porque lo que es saltar, saltar… solo del bordillo de la acera y es porque ha llovido y hay charcos que sino de qué. Un saludo, C.
Para practicarlo tan sólo se requiere una goma de varios metros de largo, muy elástica, que las niñas adquiríamos en el comercio a tanto el metro y que después uníamos sus extremos por un nudo. Hace falta un mínimo de tres jugadoras, dos para sujetar la goma y otra que es la que salta. Ese número es considerado precisamente el más adecuado; sin embargo no siempre era así. Cuando sólo había dos niñas, nos veíamos obligadas a sujetar un lado de la goma a un poste, silla u objeto similar a fin de sustituir a la que faltaba. También jugábamos en solitario, disponiendo la goma alrededor de dos sillas. La que salta comienza a jugar efectuando una serie de pasos al ritmo de una canción. Una vez ha completado el ejercicio sin haber cometido ningún fallo, lo repite nuevamente, pero esta vez a mayor altura. Los movimientos de la que salta suelen consistir en introducir y sacar repetidamente uno o los dos pies dentro del espacio delimitado por la goma, otras veces es liar ésta a un tobillo para a continuación volverla a desliar, en ocasiones hacer lo mismo con las dos bandas de la goma, etc.., todo ello con extraordinaria habilidad y evitando trabarse. Si falla, pierde la vez y pasa a ocupar uno de los puestos que la sostienen. Yo no recuerdo las letras que se cantaban en este juego solían ser estribillos pegadizos procedentes, a menudo, de anuncios publicitarios de la televisión o canciones inventadas, he encontrado esta que se cantaba en el norte: “Siempre hay un motivo para usar nivea, que no te falte nivea, que no te falte, que no te falte”.
También saltábamos a la cuerda al ritmo de las canciones “El Cocherito leré” y “Al pasar la barca” cuando era en grupo. De tanto repetirlas durante tantos años estoy convencida que a nadie se nos ha olvidado. Si lo hacíamos con un saltador, en solitario, se hacía contando para ver hasta cuanto durábas; también se invitaba a otro a saltar contigo con la misma cuerda y sin perder el ritmo. Actualmente todavía en Deza con motivo de algún evento se ve alguna cuerda, pero los niños no están entrenados y a nosotros solo nos quedan las ganas porque lo que es saltar, saltar… solo del bordillo de la acera y es porque ha llovido y hay charcos que sino de qué. Un saludo, C.