En Deza las niñas jugábamos con las niñas y los niños con los niños, salvo cuando nos juntábamos todos en la plaza después de cenar para jugar a "polis y cacos".
Fuera del pueblo, ya en Bilbao, cuando a las niñas ya se nos permitía vestir pantalones jugábamos con los niños a "Saltar al burro":
Consiste en que un niño pase por encima de otro que permanece inclinado y que por ello recibe la denominación de burro. Lo normal es que el brinco se dé con las piernas separadas y apoyando las manos en la espalda del agachado. Esta es la forma más sencilla de jugar; sin embargo, se puede complicar de muy diversas maneras. En ocasiones sumando dificultades al modo de lanzarse, por ejemplo adquiriendo diferentes posturas, o saltando a partir de una raya cuya separación con el burro aumenta progresivamente. También recitando estrofas o cantándolas, a veces sin más y en otros casos representando lo que la letra preceptúa. Este modo de desarrollar el juego no suele requerir más que un participante agachado, a diferencia de otros como el chorro-morro en el que intervienen varios burros encadenados.
De esta forma si que hacíamos ejercicio y los bocadillos los comíamos sin pereza. Por cierto que ricos los de pan de hogaza, tomate untado y aceite acompañando al pernil (jamón) que siempre había colgado en la despensa. Buen provecho, C.
Fuera del pueblo, ya en Bilbao, cuando a las niñas ya se nos permitía vestir pantalones jugábamos con los niños a "Saltar al burro":
Consiste en que un niño pase por encima de otro que permanece inclinado y que por ello recibe la denominación de burro. Lo normal es que el brinco se dé con las piernas separadas y apoyando las manos en la espalda del agachado. Esta es la forma más sencilla de jugar; sin embargo, se puede complicar de muy diversas maneras. En ocasiones sumando dificultades al modo de lanzarse, por ejemplo adquiriendo diferentes posturas, o saltando a partir de una raya cuya separación con el burro aumenta progresivamente. También recitando estrofas o cantándolas, a veces sin más y en otros casos representando lo que la letra preceptúa. Este modo de desarrollar el juego no suele requerir más que un participante agachado, a diferencia de otros como el chorro-morro en el que intervienen varios burros encadenados.
De esta forma si que hacíamos ejercicio y los bocadillos los comíamos sin pereza. Por cierto que ricos los de pan de hogaza, tomate untado y aceite acompañando al pernil (jamón) que siempre había colgado en la despensa. Buen provecho, C.