En las ciudades se te pone la nariz negra de la contaminación, se hinchan los pies de tanto esperar el autobús o el metro. Te pones de los nervios por falta de tiempo: cuando estás haciendo una cosa, tendrías que estar haciendo otra, por lo que estás pegado al móvil que es lo que actualmente te facilita estar gestionando varias cosas a la vez (desde el pueblo también se puede). El ocio... Una pesadilla, nos movemos como hormigas con una fiebre consumista que si no lo haces así parece que te estás perdiendo algo. No hay manera de encontrar un término medio. Las opciones culturales una maravilla a la que nunca acudimos, salvo cuando viene visita de fuera, rompes la rutina y disfrutas de lo lindo (desde el pueblo también se puede). Quizás en las ciudades las personas tengamos más sensación de soledad aunque estemos todos juntos en un mismo espacio...