Desde luego que siempre has sido lanzado, abuelo. A mi, en cambio, me aterran esos deportes de aventura. Cuando veo en sos, en monflorite o en otras montañas del pirineo esos ícaros planear con sus frágiles alas, siento miedo ajeno. A ti, en cambio, creo que por tu profesión te gustaron siempre las alturas. No soy tan drástico como tu hermano, pero no me gustan los riesgos, aunque a lo mejor practico alguna insana costumbre quizás mas peligrosa y que mata mas lentamente. No sé si recuerdas aquella frase del poeta latino que decía que le aterraban las cuchillas de afeitar y lo hacía con carbones encendidos. Estoy seguro que volverás entero porque, como decía virgilio: "audentes fortuna iuvat". Un abrazo¡¡¡!!!