¡hay que ver como un trillo viejo y desvencijado puede traer tantos recuerdos!. Bucólica añoranza del pasado que nos hace evocar tiempos difíciles, pero alegres porque éramos jóvenes y la juventud está unida a la alegría. He leido con interés toda esta página y me trae recuerdos compartidos. Todo cuanto en ellas se dice es cierto y creo identificar a algunos de los que escriben. También observo que otros ya lo vivieron unicamente de visita, pero era muy duro soportar el sol y el hedor de las mulas con el monorrítmico sonido de la paja al ser cortada por el trillo, pasando una y otra vez por el mismo sitio si te descuidabas y dejabas a las mulas su albedrio. Pero el sudor y el tamo, tanto en el mediano como en el cabezuelo o las eras bajeras, se vivía con resignación e incluso con alegría. Cuando llegaba el atardecer y se aproximaba la hora de soltar, se escuchaban jotas y gritos y se escurría la bota con el colindante.¡¡¡!!!