Me atrevería a confirmar que las niñas que aparecen en la foto somos: Mi prima Carmen, que en la actualidad es monja, y que en ocasiones hemos tenido el privilegio de escucharla tocando el órgano de la iglesia cuando nos ha honrado con su visita.
Ella corre en la foto detrás de mí, me reconozco por la botas y por la imagen que se refleja. A esas horas todos los niños están en la escuela. A ella y a mí que éramos del grupo de los pequeños de primaria, Dña Mercedes nos enviaba a por agua a la fuente, acabábamos la tarea que nos mandaba y como habíamos sido las primeras, el premio era ese, coger la tetera y llenarla en la fuente de la plaza. Era la época en que a los niños nos hacían tomar leche en polvo en la escuela. La servían en un saco, cogíamos la ración con una taza, la mía era de cristal; la elaborábamos con el agua caliente que habíamos traído en la tetera y calentado en la estufa de serrín. Luego nos íbamos todos al río a lavar las tazas. Todo una fiesta ver como desaparecían los grumos de leche en polvo de la taza que quedaba impoluta. ¡Bendita agua del río!
Casi se puede adivinar detrás de la columna la tetera que llevamos agarrada mi prima con la mano derecha y yo con la mano izquierda. El asa era de madera, la tetera de aluminio
Esos momentos son los que en la actualidad recuerdo como placenteros y muy felices. Es increíble como el tiempo me los devuelve en forma de imagen. Con cariño, C.
Ella corre en la foto detrás de mí, me reconozco por la botas y por la imagen que se refleja. A esas horas todos los niños están en la escuela. A ella y a mí que éramos del grupo de los pequeños de primaria, Dña Mercedes nos enviaba a por agua a la fuente, acabábamos la tarea que nos mandaba y como habíamos sido las primeras, el premio era ese, coger la tetera y llenarla en la fuente de la plaza. Era la época en que a los niños nos hacían tomar leche en polvo en la escuela. La servían en un saco, cogíamos la ración con una taza, la mía era de cristal; la elaborábamos con el agua caliente que habíamos traído en la tetera y calentado en la estufa de serrín. Luego nos íbamos todos al río a lavar las tazas. Todo una fiesta ver como desaparecían los grumos de leche en polvo de la taza que quedaba impoluta. ¡Bendita agua del río!
Casi se puede adivinar detrás de la columna la tetera que llevamos agarrada mi prima con la mano derecha y yo con la mano izquierda. El asa era de madera, la tetera de aluminio
Esos momentos son los que en la actualidad recuerdo como placenteros y muy felices. Es increíble como el tiempo me los devuelve en forma de imagen. Con cariño, C.