Allá al principio de los años 50 del siglo pasado yo era un buen mozo y que tocó el Día de los Santos Inocentes, ser el alcalde. En las cartas, al echar a suertes me tocó el "orete". En mi casa, la capa del abuelo le tocó a otro pariente y carecíamos de ella; pero no hubo ninguna pega para que un buen matrimonio del pueblo me dajaran la suya, con olor de naftalina y en un estado de perfecta conservación a pesar de los años que tenía a sus espaldas. Por cierto, en la mía, quiero decir en mi espalda, con mis años mozos quedaba perfecta al igual que vemos en la presente fotografía a esos buenos mozos de Deza. De las zalaguardas que hicimos en esa fecha me acuerdo poco, pero sé que alguna vuelta de chorizo y algún pollo les desaparecieron a algunas vecinas dezanas a pesar de cerrar los gallineros y la puerta de la casa por precaución. Recuerdos del abuelo. Un abrazo.