Cuando yo era chico y estábamos dando gavillas para atar un fajo detrás de otro, de la mies que había segado la gavillera, mi padre nos animaba y nos contaba cosas de las Fiestas en las que incluso había fuegos artificiales, en aquellos tiempos. A nosotros se nos alegraba el corazón y soñábamos con esos días maravillosos en los que venían los músicos de Torrijo montados en mulas y con los serones llenos de gaitas y bombos. Ya me veía yo en San Roque esperándolos y viéndo como descargaban todo, delante del ayuntamiento. Después se ponían el uniforme y la gorra y se tomaban una copilla de anís con un buen trago de agua fresca y a dar la vuelta al pueblo con el "aguacil" a la cabeza, seguidos de toda la chiquillada del pueblo, mientras tocaban pasodoble tras pasodoble. Poco antes las campanas a todo gas, habían anunciado que comenzaban los festejos y la alegría: ¡Eran las Fiestas Mayores de Deza..! Recuerdos del abuelo. Un abrazo.