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DEZA: Me contaba un día un dezano que dejó ya sus huesos...

Me contaba un día un dezano que dejó ya sus huesos para siempre por Cataluña que en los tiempos últimos que estuvo en Deza trató de evitar la emigración arrendando multiples tierras de labor y trabajándolas por su cuenta. Era tanta la faena que se buscó que no la terminaba nunca y su descanso era el mínimo. Andaba siempre con sueño y alguna vez hasta se cayó a tierra cuando iba a acarrear sentado a garramanchones en las anganillas de las mulas a la ida de la pieza que es cuando se puede hacer. A la vuelta imposible pues ya se trae la carga y no queda sitio para acomodarse. El único remedio que te queda es agarrarte al rabo dando una vuelta de pelo en tu mano para que no se escape, cerrar los ojos y seguir a tropezones el rastro de las mulas que siempre saben inequívocamente el camino de regreso a la era. ¡Cúantas siestas veraniegas se echarían de este modo...! Y siguiendo con el relato de nuestro amigo, pues me estoy yendo por los cerros de Übeda, me contaba que para no caerse de las mulas pues presentía que alguna vez se haría daño, ideó el ir tirando del ramal a pié. Lo que ocurrió es que yendo de camino se metió de patitas en las balsas y acabó sentándose con las ranas en estas balsa de Magos lo cual lo despejó momentáneamente. De todas las maneras fué una buena esperiencia ya que cuando acabó de eras dejó los trastos de labranza y se ausento para siempre de Deza. Es un ejemplo de otros muchos que podíamos contar cientos de personas que hicimos lo mismo aun cuando las ranas nos conocieran en otra parte distinta del término. Un abrazo.