Las Mezquitas inundan Europa
Una mezquita no es el equivalente de una iglesia, un simple lugar de culto. El papel de la mezquita ha sido expresado sin rodeos ni tapujos por el primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan: "Las mezquitas son nuestros cuarteles, los minaretes nuestras bayonetas". La mezquita tiene una misión política y la principal es la de difundir el islam. La mezquita es una fortaleza destinada a continuar la conquista de territorios que todavía no son musulmanes. El islam es imperialista y su misión es convertir el conjunto de la humanidad a los preceptos del Corán. El papel político de las mezquitas está ampliamente demostrado: en ellas se deciden las fatwas y las intifadas palestinas, en ellas se fraguan atentados y se diseñan ataques contra los enemigos del islam.
Y mientras, aquí en Occidente, tocando el violón, entre políticos demagogos y oportunistas que no dudarían en vender a su madre por tal de enquistarse en el poder.
Una mezquita no es el equivalente de una iglesia, un simple lugar de culto. El papel de la mezquita ha sido expresado sin rodeos ni tapujos por el primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan: "Las mezquitas son nuestros cuarteles, los minaretes nuestras bayonetas". La mezquita tiene una misión política y la principal es la de difundir el islam. La mezquita es una fortaleza destinada a continuar la conquista de territorios que todavía no son musulmanes. El islam es imperialista y su misión es convertir el conjunto de la humanidad a los preceptos del Corán. El papel político de las mezquitas está ampliamente demostrado: en ellas se deciden las fatwas y las intifadas palestinas, en ellas se fraguan atentados y se diseñan ataques contra los enemigos del islam.
Y mientras, aquí en Occidente, tocando el violón, entre políticos demagogos y oportunistas que no dudarían en vender a su madre por tal de enquistarse en el poder.
Pues sí. Es cuestión de volver a reproducir una carta inédita. ¿Tolerancia y buena armonía significa tragar con todo? ¿No tragar significa islamofobia?
Esta carta nunca llegó a publicarse en ningún medio, se aclara, y no por decisión del emisario, sino de los destinatarios.
LA MEZQUITA Y EL CARPINTERO
En Málaga, concretamente en la calle Ingeniero de la Torre Acosta, no hace muchos meses que se inauguró una mezquita que, se supone, cumpliría con todos los requisitos que la normativa vigente exige; ya se sabe: licencia de obras, permiso de apertura y demás. Hasta aquí, aparentemente, todo normal. (Normal en esta Europa y España que presumen de multiculturalidad, lo cual, que uno sepa, no es extrapolable a otros lugares, y no estoy pensando, precisamente, sólo en Afganistán o Arabia Saudí, por ejemplo). Tampoco sabemos quién la financió ni debería importarnos, aunque algunos apuntan a Siria y otros a fondos saudíes, lo que, en principio, no tendría excesivo interés.
Pero, a lo que vamos. En su construcción intervienen varias empresas, entre ellas una de carpintería que, según mis datos, debe ser una empresa modesta. Y hete aquí que, terminada la obra, al carpintero no le pagan por su trabajo, adeudándole unos cien mil euros. Que Alá se lo pague, hermano, parece ser la respuesta de los muslimes. Y pasa el tiempo, y el bueno del carpintero que sigue sin cobrar, y que se ve en la ruina, y que no puede hacer frente a sus pagos, entre ellos los jornales de sus trabajadores.
Y hace unos días, parece que agotados los recursos para que le abonen lo adeudado y acabada su paciencia, no tiene mejor ocurrencia que plantarse delante de la mezquita a reclamar lo suyo. No blandía ningún kalashnikov, ni cuchillería de Albacete, ni alfanjes u otras armas de destrucción masiva, no, sino, en su defecto, una inofensiva cruz de madera. Me corrijo: lo de inofensiva parece que no debe ser así, dada la peculiar sensibilidad de algunos, ya que, hasta donde sé, el imán y sus adláteres debieron sentirse tan ofendidísimos por semejante ultraje a su fe, y en pleno ramadán, que, ni cortos ni perezosos, denuncian la situación, supongo que en el juzgado más próximo.
Y corrigiendo a las malas lenguas que hablan de la lentitud de la justicia española, el juez -o la juez, extremo éste que desconozco, no vayan a ofenderse las feministas progres sin fronteras- en un santiamén (con perdón) o en un pis pas, o en menos que canta un gallo o el muecín tarda en convocar a sus fieles, si lo prefieren, en un alarde de rapidez y eficacia desconocido por estos y otros lares de la geografía hispana, dicta, no en meses, semanas ni días, sino en unas escasas horas, una orden de alejamiento, creo que unos doscientos metros, a tan alevoso y peligroso sujeto.
Pero, según mis informaciones, al infeliz del carpintero no le llega la orden judicial, pues el correo sí es lento, y no creo que se lo enviasen por Seur o parecida mensajería. Y el buen hombre, desconocedor de lo que se cierne sobre su cabeza, allá va y se planta al día siguiente, y otra vez a las puertas de la mezquita reclamando lo que legítima y legalmente le corresponde. Y el imán, crecido y en poder de la orden judicial, no tarda en llamar a la policía que, en cumplimiento de sus obligaciones, no tiene más remedio que detener al incauto carpintero que da con sus huesos en el calabozo. Según el dicho popular, encima de cornudo, apaleado. Y fichado.
Es de suponer que el carpintero será considerado, por quienes ostentan las credenciales del buen rollito y mejor talante, como un peligroso perturbador del espíritu seráfico de la Alianza of Civilizaciones, y además un retrógrado islamófobo. ¿O no?
Málaga (Al-Ándalus), a 26 de septiembre de 2008.
(Por si sirve de reflexión)
Esta carta nunca llegó a publicarse en ningún medio, se aclara, y no por decisión del emisario, sino de los destinatarios.
LA MEZQUITA Y EL CARPINTERO
En Málaga, concretamente en la calle Ingeniero de la Torre Acosta, no hace muchos meses que se inauguró una mezquita que, se supone, cumpliría con todos los requisitos que la normativa vigente exige; ya se sabe: licencia de obras, permiso de apertura y demás. Hasta aquí, aparentemente, todo normal. (Normal en esta Europa y España que presumen de multiculturalidad, lo cual, que uno sepa, no es extrapolable a otros lugares, y no estoy pensando, precisamente, sólo en Afganistán o Arabia Saudí, por ejemplo). Tampoco sabemos quién la financió ni debería importarnos, aunque algunos apuntan a Siria y otros a fondos saudíes, lo que, en principio, no tendría excesivo interés.
Pero, a lo que vamos. En su construcción intervienen varias empresas, entre ellas una de carpintería que, según mis datos, debe ser una empresa modesta. Y hete aquí que, terminada la obra, al carpintero no le pagan por su trabajo, adeudándole unos cien mil euros. Que Alá se lo pague, hermano, parece ser la respuesta de los muslimes. Y pasa el tiempo, y el bueno del carpintero que sigue sin cobrar, y que se ve en la ruina, y que no puede hacer frente a sus pagos, entre ellos los jornales de sus trabajadores.
Y hace unos días, parece que agotados los recursos para que le abonen lo adeudado y acabada su paciencia, no tiene mejor ocurrencia que plantarse delante de la mezquita a reclamar lo suyo. No blandía ningún kalashnikov, ni cuchillería de Albacete, ni alfanjes u otras armas de destrucción masiva, no, sino, en su defecto, una inofensiva cruz de madera. Me corrijo: lo de inofensiva parece que no debe ser así, dada la peculiar sensibilidad de algunos, ya que, hasta donde sé, el imán y sus adláteres debieron sentirse tan ofendidísimos por semejante ultraje a su fe, y en pleno ramadán, que, ni cortos ni perezosos, denuncian la situación, supongo que en el juzgado más próximo.
Y corrigiendo a las malas lenguas que hablan de la lentitud de la justicia española, el juez -o la juez, extremo éste que desconozco, no vayan a ofenderse las feministas progres sin fronteras- en un santiamén (con perdón) o en un pis pas, o en menos que canta un gallo o el muecín tarda en convocar a sus fieles, si lo prefieren, en un alarde de rapidez y eficacia desconocido por estos y otros lares de la geografía hispana, dicta, no en meses, semanas ni días, sino en unas escasas horas, una orden de alejamiento, creo que unos doscientos metros, a tan alevoso y peligroso sujeto.
Pero, según mis informaciones, al infeliz del carpintero no le llega la orden judicial, pues el correo sí es lento, y no creo que se lo enviasen por Seur o parecida mensajería. Y el buen hombre, desconocedor de lo que se cierne sobre su cabeza, allá va y se planta al día siguiente, y otra vez a las puertas de la mezquita reclamando lo que legítima y legalmente le corresponde. Y el imán, crecido y en poder de la orden judicial, no tarda en llamar a la policía que, en cumplimiento de sus obligaciones, no tiene más remedio que detener al incauto carpintero que da con sus huesos en el calabozo. Según el dicho popular, encima de cornudo, apaleado. Y fichado.
Es de suponer que el carpintero será considerado, por quienes ostentan las credenciales del buen rollito y mejor talante, como un peligroso perturbador del espíritu seráfico de la Alianza of Civilizaciones, y además un retrógrado islamófobo. ¿O no?
Málaga (Al-Ándalus), a 26 de septiembre de 2008.
(Por si sirve de reflexión)
Amigo L. García: Es evidente que al final terminarás abrazando laz religión islámica, porque la tendencia se manifiesta siempre que puedes. Piensa que las diversas religiones cristianas, son más recomendables y, además, forman parte de nuestra tradición. También quiero manifestar que fue Cristo quien instauró el mandamiento del amor: "Amaos los unos a los otros, como yo os he amado". Lamentablemente se ha olvidado que el amor es a todos y no solo a los más próximos, a pesar de que prójimo, etimológicamente también quiere decir lo mismo. Disculpa la broma de tu islamismo.- Un abrazo.