Como Manuel hace mención a la madre Teresa de Calcuta, aprovecho para enviar parte del poema que escribiera con motivo de su fallecimiento. Se lo dedico a Linda, ejemplo vivo de entrega.
Elegía
Silencio: Se cerraron los ojos del mundo,
el mundo está ciego.
Tristeza: Es la noche oscura del alma,
apagado está el fuego.
Fue consuelo del débil, era toda entrega
y se ha ido.
Jamás pensó en sí misma y fue protección
del que está caído.
Viajera infatigable de espacios siempre abiertos
en su mente.
Burbuja chispeante que alegra al vagabundo
y a su gente.
Amiga del amigo, valedora, fue siempre fiel
a sus orígenes.
Bendita rosa fresca que expele olores mil
a selvas vírgenes.
Ayuda al desvalido, al anciano y al niño,
es su sueño.
Dispuesta a la aventura, porque la vida es lucha,
si no, tedio.
Su figura armoniosa con sutil elegancia,
encantadora.
Impávida su faz, serena y luminosa
cual fiel pastora.
Los pies que caminaron durante largas jornadas,
están agotados.
La mente y sus desvelos ya descansan también
enajenados.
Esas manos gastadas en trabajo y ternura,
por fin reposan.
La silueta y su aura, que arco iris emanan,
candor rebosan.
Cual paloma extenuada impasible hoy estás
mujer piadosa.
Mas mantienes intacto el donaire y el garbo
de aquella rosa.
Gloria a Dios cuando al fin, libres de todo mal,
llegue la paz.
Felicidad, vendrá la luz, fin del dolor,
es el amor universal.
Elegía
Silencio: Se cerraron los ojos del mundo,
el mundo está ciego.
Tristeza: Es la noche oscura del alma,
apagado está el fuego.
Fue consuelo del débil, era toda entrega
y se ha ido.
Jamás pensó en sí misma y fue protección
del que está caído.
Viajera infatigable de espacios siempre abiertos
en su mente.
Burbuja chispeante que alegra al vagabundo
y a su gente.
Amiga del amigo, valedora, fue siempre fiel
a sus orígenes.
Bendita rosa fresca que expele olores mil
a selvas vírgenes.
Ayuda al desvalido, al anciano y al niño,
es su sueño.
Dispuesta a la aventura, porque la vida es lucha,
si no, tedio.
Su figura armoniosa con sutil elegancia,
encantadora.
Impávida su faz, serena y luminosa
cual fiel pastora.
Los pies que caminaron durante largas jornadas,
están agotados.
La mente y sus desvelos ya descansan también
enajenados.
Esas manos gastadas en trabajo y ternura,
por fin reposan.
La silueta y su aura, que arco iris emanan,
candor rebosan.
Cual paloma extenuada impasible hoy estás
mujer piadosa.
Mas mantienes intacto el donaire y el garbo
de aquella rosa.
Gloria a Dios cuando al fin, libres de todo mal,
llegue la paz.
Felicidad, vendrá la luz, fin del dolor,
es el amor universal.