Cuando era chico iba con mi padre a la caza siguiendo el rastro que dejaban las liebres por la nieve. Se salía al campo y se cruzaba a lo largo con objeto de encontrar alguna patadillas marcadas y que fueran claras y recientes. Una vez encontradas sólo era cuestión de seguir las pisdas y seguirlas hasta dar en el lugar donde estaba echada. No siempre la encontrabas puesto que podía haber andado kilómetros, antes de echarse en su cama y se pasaba el día antes de dar con ella. Otras veces se tardaba poco y enseguida tenías liebre en el morral. Esta modalidad de caza estaba prohibida; pero se trataba de burlar a la guardia civil, que siempre estaba pendiente de pillar alguno.
Volvías a casa medio ciego por haber mirado todo el día por la nieve y con los pies helados aunque te ponías pieles de conejo rodeando las pies y las pantorrillas.
Saludos Deza.
Volvías a casa medio ciego por haber mirado todo el día por la nieve y con los pies helados aunque te ponías pieles de conejo rodeando las pies y las pantorrillas.
Saludos Deza.