MÉDICOS RURALES. No hay duda de que, por duro que fuese el trabajo de aquellos médicos rurales de hace varias décadas, más lo fue el de sus pacientes, moradores de nuestros pueblos. Y, aún así, no era lo mismo trabajar en pueblos como Deza, Almazán o la comarca del Campo de Gómara que en tierras altas, donde la orografía, la altitud y las malas comunicaciones hacían, si cabe, más dura la vidad de sus moradores. Mi labor de reconocimiento a estos profesionales, como se díría hoy, no impide afirmar que su situación era infinitamente mejor que la mayoría de los habitantes de los pueblos. Si comento algunos párrafos del libro "Tierras de San Pedro" es como recuerdo a las gentes que sufieron la dureza de aquella época, algo desconocido a las generaciones actuales. Si acaso, quienes todavía viven en los pueblos puede que se lo transmitan de viva voz a sus descendientes. Aunque, claro, una cosa es sufrirlo en primera persona y otra muy distinta que te lo cuenten. D. Diego Rafael Cano, autor del libro comentado, vivió muy de cerca las vicisitudes de aquellas personas de los pueblos. En el preámbulo de su libro dice textualmente: "Este relato es un homenaje a todos los habitantes de aquellas tierras, quienes, con su ejemplo, nos ayudaron a ser como ahora somos."