Por la tierra ya seca del
verano iba una culebra campando a sus anchas, tuvo la mala fortuna de tropezar con unos andarines que con palo en mano, en lugar de echar a correr, como manda ley, se pusieron todos manos a la obra y dejaron a la
amiga echa un arapo.
Mala suerte la suya.
Un saludo