Hoy, después de las vacaciones de Navidad empiezan de nuevo las clases con los niños en las escuelas. Sé de algunos maestros que no van precisamente, al encuentro de sus alumnos, con la moral muy alta y que hubieran preferido que les tocara un buen pellizco de las loterías que se han celebrado en estas fechas pasadas y a pesar de su vocación, dejar de lado la educación, en las condiciones actuales.
Los maestros y maestras en la actualidad, lo contrario de lo que nos cuenta el comunicante anterior, han pasado de la prepotencia de algunos, a ser las víctimas propiciatorias y pienso que ni aquello de antes era lo correcto, ni tampoco lo es en la actualidad.
Los maestros, profesores de enseñanza primaria o profesores en general, no tienen autoridad ni poder de decisión individual. Son poco más que peleles a los que se les pueden faltar de palabra y de obra y no pasa apenas nada. En esta situación, muchos va a pasar su tiempo a contra de su buena voluntad y de su ganas de enseñar y de que cada noche se hacen el propósito de ensayar nuevos métodos que le den los resultados apetecidos sin que tenga que desgañitarse gritando para poner silencio en su aula.
Me contaba un niño que su maestro se pasaba toda la clase diciendo que se callaran y no podía con ellos. El maestro me contaba que acababa cada día con ronquera. Cierto.
Lo que cabría preguntarse es donde está el fallo. Habrá responsables que están cobrando para que la cosa funcione bien y no se nota.
"Quousque tanden Catilina..."
Un abrazo.
Los maestros y maestras en la actualidad, lo contrario de lo que nos cuenta el comunicante anterior, han pasado de la prepotencia de algunos, a ser las víctimas propiciatorias y pienso que ni aquello de antes era lo correcto, ni tampoco lo es en la actualidad.
Los maestros, profesores de enseñanza primaria o profesores en general, no tienen autoridad ni poder de decisión individual. Son poco más que peleles a los que se les pueden faltar de palabra y de obra y no pasa apenas nada. En esta situación, muchos va a pasar su tiempo a contra de su buena voluntad y de su ganas de enseñar y de que cada noche se hacen el propósito de ensayar nuevos métodos que le den los resultados apetecidos sin que tenga que desgañitarse gritando para poner silencio en su aula.
Me contaba un niño que su maestro se pasaba toda la clase diciendo que se callaran y no podía con ellos. El maestro me contaba que acababa cada día con ronquera. Cierto.
Lo que cabría preguntarse es donde está el fallo. Habrá responsables que están cobrando para que la cosa funcione bien y no se nota.
"Quousque tanden Catilina..."
Un abrazo.