Ahora se habla mucho del fracaso educativo, y así lo corrobora el informe Pisa, pero hace décadas el fracaso era social. En la actualidad se halla escolarizada toda la población infantil y las oportunidades de estudiar están al alcance de todos. Que las aprovechen es harina de otro costal, como se dice coloquialmente. Entonces, por desgracia, no era así. Cuántos talentos se perdieron por estar mal escolarizados o tener que abandonar la escuela prematuramente. Muchas familias no podían costear los estudios de sus hijos -y aquí no utilizo el genérico, porque las oportunidades de las hijas eran todavía menores, destinadas como estaban muchas de ellas a ejercer de amas de casa- y bien pronto abandonaban la escuela para arrimar el hombro a las maltrechas economías familiares. Con todo, hubo quienes se sacrificaron hasta donde pudieron para dar estudios a los suyos. En la ciudad había más facilidad pues, al menos, no había que desplazarse y vivías con tus padres, pero quien en los pueblos aspiraba al bachillerato tenía que buscarse patrona o ser admitido de interno en algún colegio de monjas o curas. O irse al seminario. En la tierra soriana siempre se le dio mucha importancia a la adquisición de conocimientos, aunque fueran básicos, y así lo indican los índices de analfabetismo, prácticamente inexistente en la provincia desde hace lustros. (En un comentario anterior se me deslizó un gazapo "resteto", donde quería decir respeto. A buen entendedor...) Saludos, Deza.
