Buenos días Deza. Buenos días amigos: Muchas veces se dice que una persona vuelve a dar señales de vida, cuando de nuevo vuelve a su actividad cuotidiana, después de una temporada en la que no se le ha visto el pelo. Bueno, esto del pelo también tiene su miga puesto que a veces solamente podremos mostrar, sobre todo los hombres, una reluciente calva, pulida por los años.
El abuelo, vuelve a participar de nuevo, con todos vosotros, en el foro. No he podido hacerlo desde hace unos quince días.
Hoy es una jornada especial. Pasan muchos días sin que nos acordemos de nuestros seres queridos y de golpe, en estas fechas llenamos los cementerios de flores y de visitas repentinas, como aquel que va a fichar una vez al año para que no le pongan falta. Ponemos cara de afligidos y nos vamos, hasta el año que viene, algunas veces sin rezar siquiera una oración. Es la vida, decimos...
Ayer visité mi nicho; un nicho que compré hace un mes. Si quieres saber por qué lo adquirí, no sabré contestarte pues ni yo mismo lo sé. Me dio por eso y a mí cuando se me mete una idea en la cabeza, siempre sale atravesada, que queréis que os diga. Nunca había pensado en tal evento; pero de buenas a primeras, le perdí el respeto a la parca, esa señora que va con la guadaña; reconozco, que ya no me da miedo que me encierren allá dentro para siempre; por lo menos para otros tantos años como los que he vivido, pues tampoco creo que el pisito de cementerio nos lo reserven in eternum. Los muertos, al fin y al cabo, son a un cementerio, como los vivos a un piso y los pisos cambian de dueño cada cierto tiempo.
¡Ah! Ya conozco los que serán mis vecinos pues ya me han rodeado por todas partes y he visto sus fotos en las lápidas. Me hubiese gustado tener trato en vida, con todos ellos.
La palabra cementerio viene del término griego koimetérion, que significa dormitorio porque, según la creencias cristianas, en el cementerio, los cuerpos duermen hasta el Día de la resurrección. A los cementerios católicos los llamamos también camposantos. Para mí, son lugares de una paz infinita...
Un abrazo.
El abuelo, vuelve a participar de nuevo, con todos vosotros, en el foro. No he podido hacerlo desde hace unos quince días.
Hoy es una jornada especial. Pasan muchos días sin que nos acordemos de nuestros seres queridos y de golpe, en estas fechas llenamos los cementerios de flores y de visitas repentinas, como aquel que va a fichar una vez al año para que no le pongan falta. Ponemos cara de afligidos y nos vamos, hasta el año que viene, algunas veces sin rezar siquiera una oración. Es la vida, decimos...
Ayer visité mi nicho; un nicho que compré hace un mes. Si quieres saber por qué lo adquirí, no sabré contestarte pues ni yo mismo lo sé. Me dio por eso y a mí cuando se me mete una idea en la cabeza, siempre sale atravesada, que queréis que os diga. Nunca había pensado en tal evento; pero de buenas a primeras, le perdí el respeto a la parca, esa señora que va con la guadaña; reconozco, que ya no me da miedo que me encierren allá dentro para siempre; por lo menos para otros tantos años como los que he vivido, pues tampoco creo que el pisito de cementerio nos lo reserven in eternum. Los muertos, al fin y al cabo, son a un cementerio, como los vivos a un piso y los pisos cambian de dueño cada cierto tiempo.
¡Ah! Ya conozco los que serán mis vecinos pues ya me han rodeado por todas partes y he visto sus fotos en las lápidas. Me hubiese gustado tener trato en vida, con todos ellos.
La palabra cementerio viene del término griego koimetérion, que significa dormitorio porque, según la creencias cristianas, en el cementerio, los cuerpos duermen hasta el Día de la resurrección. A los cementerios católicos los llamamos también camposantos. Para mí, son lugares de una paz infinita...
Un abrazo.