Dice el abuelo, al que saludo entrañablemente, que ya ha perdido el miedo a la muerte, yo se la perdí hace muchos años, como lo demuestra un alejandrino que ya envié al principio (escrito con unos cuarenta años) y el poema que incluyo a continuación:
Que llegue la muerte por tantos temida,
Que llame a la puerta y me elija a mí;
Que no se detenga, que sea certera,
Que sea ligera cuando llegue aquí.
Que sepa la muerte que yo no le temo,
mas bien considero que es la solución
a tanto egoísmo, a tanta mentira,
a tanta injusticia y falsa ilusión.
Que nadie se crea que vivo amargado
Contando los días del triste final.
No soy pesimista, pues vivo la vida
Ayudando al pobre, esquivando el mal.
Que llegue la muerte por tantos temida,
Que llame a la puerta y me elija a mí;
Que no se detenga, que sea certera,
Que sea ligera cuando llegue aquí.
Que sepa la muerte que yo no le temo,
mas bien considero que es la solución
a tanto egoísmo, a tanta mentira,
a tanta injusticia y falsa ilusión.
Que nadie se crea que vivo amargado
Contando los días del triste final.
No soy pesimista, pues vivo la vida
Ayudando al pobre, esquivando el mal.