UN RUEDO LLAMADO ERA
En todos los pueblos de Castilla, las eras de trillar son un añadido que los hace parecer mayores de lo que son, ya que los pajares son semejantes a las viviendas que ocupan las personas. En los lugares donde se podía, se fabricaban ya expresamente para ese menester, que es trillar y se escogían lugares elevados donde soplara el viento lo mas favorablemente ya que después venía el aventado que se realizaba echando al aire la paja y el grano. La diferente densidad y peso, hacía el resto, pues que la paja se iba mas lejos. A veces pienso que por qué escribo estas cosas que ya se saben….
Hoy día, estas historias son cuentos viejos y las eras, eran. Una mañana iba yo con mi cámara por el mediano y me encontré a un abuelo con su nieto que naturalmente era de ciudad y le preguntó: Abuelo por aquí ha debido de pasar la guerra ¿No es así? La respuesta es de suponer la que fue. Yo le hubiera contestado que lo que pasó fue una revolución incruenta pero desastrosa ya después de una guerra, las cosas se reconstruyen; pero después de esto ya no habrá mas que ruinas para siempre jamás. Si para bien o para mal, eso ya no lo discuto.
Las eras del Mediano eran las más numerosas ya que el lugar era muy apropiado, con un declive muy suave que permitía construir una encima de otra con una pequeña horma o pared de cantos sin argamasa, en cuyos agujeros hacían los nidos, las peñasquillas, que quedaban atrapadas si tenían la mala pata de que encontraras el nido, con aquellos huevecillos tan azules, como un cielo claro y sereno.
En el Mediano tenía su ermita San Blás. Debajo estaba la fábrica de la luz que suplía los fallos de corriente de la línea de Torrijo. Al otro costado, San Antonio y la Taranzana y en el camino la Fuente Vieja que a pesar de los años tenía el agua buena y ahora ya no sirve para uso de boca. Al costado, el abrevadero para las caballerías, siempre lleno barro en la entrada. Y el matadero nuevo, que pronto fue viejo.
Por las “cinas” se sabía quien hacinaba más dinero. Era un buen termómetro para tomar la temperatura a la moza de la casa y para saber, el criado que las pasaría más canutas.
En todos los pueblos de Castilla, las eras de trillar son un añadido que los hace parecer mayores de lo que son, ya que los pajares son semejantes a las viviendas que ocupan las personas. En los lugares donde se podía, se fabricaban ya expresamente para ese menester, que es trillar y se escogían lugares elevados donde soplara el viento lo mas favorablemente ya que después venía el aventado que se realizaba echando al aire la paja y el grano. La diferente densidad y peso, hacía el resto, pues que la paja se iba mas lejos. A veces pienso que por qué escribo estas cosas que ya se saben….
Hoy día, estas historias son cuentos viejos y las eras, eran. Una mañana iba yo con mi cámara por el mediano y me encontré a un abuelo con su nieto que naturalmente era de ciudad y le preguntó: Abuelo por aquí ha debido de pasar la guerra ¿No es así? La respuesta es de suponer la que fue. Yo le hubiera contestado que lo que pasó fue una revolución incruenta pero desastrosa ya después de una guerra, las cosas se reconstruyen; pero después de esto ya no habrá mas que ruinas para siempre jamás. Si para bien o para mal, eso ya no lo discuto.
Las eras del Mediano eran las más numerosas ya que el lugar era muy apropiado, con un declive muy suave que permitía construir una encima de otra con una pequeña horma o pared de cantos sin argamasa, en cuyos agujeros hacían los nidos, las peñasquillas, que quedaban atrapadas si tenían la mala pata de que encontraras el nido, con aquellos huevecillos tan azules, como un cielo claro y sereno.
En el Mediano tenía su ermita San Blás. Debajo estaba la fábrica de la luz que suplía los fallos de corriente de la línea de Torrijo. Al otro costado, San Antonio y la Taranzana y en el camino la Fuente Vieja que a pesar de los años tenía el agua buena y ahora ya no sirve para uso de boca. Al costado, el abrevadero para las caballerías, siempre lleno barro en la entrada. Y el matadero nuevo, que pronto fue viejo.
Por las “cinas” se sabía quien hacinaba más dinero. Era un buen termómetro para tomar la temperatura a la moza de la casa y para saber, el criado que las pasaría más canutas.