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DEZA: La propiedad tribal era la propiedad de las tierras,...

La propiedad tribal era la propiedad de las tierras, estaba en manos del Estado y el derecho del individuo a disfrutarla como posesión. La verdadera propiedad privada empieza con la propiedad mobiliaria (la esclavitud y la comunidad). La propiedad tribal se desarrolló pasando por la propiedad feudal de las tierras, la propiedad mobiliaria de la ciudad, capital manufacturero y llegó a lo que hoy es el capital moderno condicionado por la industria y la competencia. La propiedad privada ya no es más comunal y el Estado no tiene mas influencia sobre el desarrollo de la misma.
Al principio las personas eran libres de tomar lo que necesitaban para comer y para protegerse. Cuando fue necesario cultivar porque la población se hizo sedentaria, se roturaban terrenos hasta donde se necesitaba para alimentar a la familia. Sin embargo cuando los señores se hicieron dueños de bienes y personas, el sentido de la propiedad dió al traste con lo que debería ser uso y disfrute de todo lo que la madre naturaleza nos ofrece. Así hemos llegado a las aberraciones de los nacionalismos mas radicales, donde se exige testimonio de raza, con detalles tan insignificantes como lugar de nacimiento y determinados apellidos.
El otro día en un programa de radio, de ámbito nacional, un radioyente llamaba para saber por qué llamaban “godos” a los peninsulares, en las Islas Canarias y se atrevió a especular qué sucedería si un día todos los “godos” se ausentaran de las Islas, dando a entender que gracias a ellos funcionaban las Afortunadas Islas.
No se hizo esperar la respuesta por parte de una isleña, que vino a decir que, si todos los peninsulares se marcharan, quedaría solucionado el paro de los isleños.
Y uno, ante tantas sandeces, no puede por menos que pensar que a los glóbulos rojos que se encargan de transportar el oxígeno en la sangre, les debe suceder lo mismo; no conocen que existen otras labores, otras personas y otros universos.
El sentido de propiedad tribal ha llevado a los pueblos y regiones a pensar que aquello es de ellos en exclusiva, sin pensar que son simples usufructuarios y que nada les da derecho a impedir que otros, por el hecho circunstancial de nacimiento externo, puedan tener idénticos derechos en sus feudos, nacionalidades o regiones. Si en lugar de mirarnos tanto el ombligo, abriéramos los ojos y miráramos el universo, no habría necesidad de telescopios para saber lo poco que somos y lo menos que importa el lugar de nacimiento o el sentido absurdo de la propiedad tribal.