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DEZA: El año 1939 mi padre sería uno de los mayores cosecheros...

Ayer quedaron pendientes muchas cosas, al hablar de licores, sobre todo del delicioso anís.
Pero al hablar del término "anís" podemos referirnos a varias cosas de diferente significado, por lo que recopilo las más significativas.

La planta Pimpinella anisum, el anís común, una planta de la familia de las umbelíferas cuya semilla, muy aromática, se emplea en gastronomía.

La planta Illicium verum, el anís estrellado, un árbol de origen asiático cuyo fruto se emplea como sucedáneo del anís por la similitud de su sabor y aroma.

La planta Illicium anisatum, el anís estrellado, también del Japón, estrechamente emparentado con el último, pero gravemente tóxico.

La cicuta, Conium maculatum, es una especie botánica de planta con flor herbácea de la familia de las apiáceas y cuya simiente son unos anisetes cuya ingesta es venenosa.

La planta Foeniculum vulgare, el anís de Florencia o hinojo, de la misma familia que la anterior.

El licor de anís elaborado con alcohol y aceites extraídos de las semillas de anís común, de la pimpinella anisum.

El Anís paloma, otro licor a base de anís, etc... etc.

Un abrazo.

La Pimpinella anisum popularmente llamada anís, anís verde o matalahúga, es una hierba de la familia de las apiáceas originaria del Asia sudoccidental y la cuenca mediterránea oriental.
Planta herbácea anual que forma matas de hasta medio de altura. Las. Las flores, de 3 mm, son blancas, pentapétalas y surgen en densas umbelas. El fruto es un esquizocarpio oblongo de 3 a 5 mm de largo con un fuerte sabor aromático.

El anís tuvo su gloria y esplendor en nuestro pueblo, en aquellos tiempos en los que se destilaba el vino en alambiques, porque en cada destilación, se metía una bolsa dentro para aromatizar el aguardiente obtenido. Y era rentable su siembra porque tenía fácil salida al mercado, que lo pagaba a buen precio. Su cultivo resultaba muy laborioso ya que había que escardarlo lo menos tres veces durante su ciclo de vida y por tanto se necesitaba mucha mano de obra. Bueno, en aquellos tiempos no había problemas.

Un a brazo.

La mano de obra para la escarda del anís, lo mismo que para la de las zanahorias, era generalmente de gente muy joven pues tenías que andar arrodillado quitando las hierbecillas extrañas, con los dedos. Se adelantaba muy poco porque había más hierbas malas que plantas buenas y encima tenías que cuidar que quedaran espaciadas y no crecieran muy juntas para su buen desarrollo.
Una vez escardando anís a una chica se le metió un pajarillo en las sayas. Lo perseguía un gavilán y el pobrecillo se metió donde buenamente pudo, creyendo escapar de una muerte segura, al verse perdido. Menudo susto...

Escardando se pasaba muy bien.

Un abrazo.

El año 1939 mi padre sería uno de los mayores cosecheros de anís; pero tuvo mala suerte. Había cosechado unos mil kilogramos de simiente y no sabía que hacer con ellos pues ni siquiera tenía precio. Por su mala suerte lo llevó con sus dos mulillas al pueblo de Ariza, distante unas cinco leguas de Deza. Le costaría hacer por lo menos cuatro viajes o sea unos doscientos kilómetros entre idas y venidas. A peseta el kilo, fueron mil pesetas en total lo que sacó.
El caso es que a los pocos días se lo hubiesen quitado de las manos, en su misma casa al precio de cinco pesetas. Y si hubiese aguantado más, se hubiese hecho casi rico pues llegaron a pagar el kilo en esa misma temporada, poco a poco hasta 30 pesetas. Aquel año mi padre perdió la oportunidad de su vida y no volvió a ver otra igual. Así fue la realidad. Cuando venían compradores, (para más INRI), todos acudían a mi casa porque al preguntar en el pueblo, les decían que el Raimundo había cogido mucho anís; pero allí ya no estaba el anís...

Un abrazo.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Cuando yo era chico, recuerdo que la Avelina que era la que vendía en la Plaza los confites, (hoy día se dirían los chuches), todos los domingos y fiestas de guardar, tenía entre sus mercancías unos cigarrillos de paja de anís. Estos cigarrillos tenían un sabor dulzón y muchos de nosotros nos fumábamos los seis del atadillo, uno detrás de otro. Era el primer paso para hacerse fumador, sin duda alguna. Entonces no era considerado el fumar, como una aberración: Era cosa de hombres...

Los tiempos ... (ver texto completo)