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"Pa San Antón, la gallina pon y si no pon retorcijón" nos dice el refrán. Y hay quien más lejos y asegura: "Tanto si pon como no pon, retorcijón". A estos les va la “presa” (¿)
La gallina que vemos en la foto no llegó a poner huevos hasta el mes de abril. En realidad puso pocos, aunque eso sí; todos ellos fueron de dos yemas. Más tarde hizo también buen caldo.
Pero dejemos las gallinas a un lado y vamos a contar que tal día como hoy, en Deza, vísperas de San Antón, se celebraban hogueras. También se hacían en vísperas de La Inmaculada y para Santa Lucía. Se encendían en plena calle, por barrios y a veces cada poco espacio pues cada vecino quería ahuyentar de su entorno los malos espíritus y los miasmas de las epidemias. Ese precisamente es el significado que tienen estos ritos ancestrales.
También había la costumbre de tostar cañamones en el hogar de casa y bajar la bota de vino a la calle para compartir con los vecinos, lo que buenamente tenías. Y los mocetes, iban de calle en calle con sus garrotes, saltando las hogueras y muchas veces apagándolas a palos, en contra de la voluntad de sus dueños que estaban tan ricamente allí calentándose en su hogueras, con sus vecinos, con su mujer y sus niños.
Un abrazo.
La gallina que vemos en la foto no llegó a poner huevos hasta el mes de abril. En realidad puso pocos, aunque eso sí; todos ellos fueron de dos yemas. Más tarde hizo también buen caldo.
Pero dejemos las gallinas a un lado y vamos a contar que tal día como hoy, en Deza, vísperas de San Antón, se celebraban hogueras. También se hacían en vísperas de La Inmaculada y para Santa Lucía. Se encendían en plena calle, por barrios y a veces cada poco espacio pues cada vecino quería ahuyentar de su entorno los malos espíritus y los miasmas de las epidemias. Ese precisamente es el significado que tienen estos ritos ancestrales.
También había la costumbre de tostar cañamones en el hogar de casa y bajar la bota de vino a la calle para compartir con los vecinos, lo que buenamente tenías. Y los mocetes, iban de calle en calle con sus garrotes, saltando las hogueras y muchas veces apagándolas a palos, en contra de la voluntad de sus dueños que estaban tan ricamente allí calentándose en su hogueras, con sus vecinos, con su mujer y sus niños.
Un abrazo.