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DEZA: Escuchar al cuerpo....

Nuestro cuerpo, si sabemos escucharlo, nos dice muchas cosas. Es cierto que no siempre sabe uno hacerlo, sobre todo en la niñez y juventud; incluso hay quien se hace viejo y no le hace caso. La verdad es que nos evitaremos muchos disgustos si aprendemos a dialogar con él. Todos recordamos cuando hemos hecho cosas que nos perjudicaban, a la hora de beber con los amigos o de comer cuando ya no debíamos hacerlo. No digamos nada con los vicios de fumar, etc. O cuando sentimos frío y dejamos de abrigarnos. Todo esto nos pasará factura.

Dice el psiquiatra Alexander Lowen que "el yo, en relación con su cuerpo, es como un jinete y su caballo. Si el jinete impone su voluntad, logrará que el caballo haga todo lo que quiera, pero habrá sacrificado la armonía natural del animal. Si lo guía permitiéndole que le responda a sus propias sensaciones, caballo y jinete se unirán en movimientos graciosos y placenteros". El cuerpo es una parte, pero también es el todo de un ser humano, sin él no podemos ser ni funcionar; es nuestra tarjeta de presentación, nuestro consejero, aquel que nos alerta de nuestras necesidades físicas o emocionales. Atenderle es atendernos.

Escuchar el cuerpo.

Kabir envió a su hijo Kamal al campo cierto día. Las vacas de Kabir no tenían de qué comer, así que envía a su hijo al campo a cortar un poco de hierba. Kamal se va y no vuelve. Llega la tarde y llega la noche y Kabir aguarda y las vacas están hambrientas. ¿Dónde se ha ido Kamal? Entonces Kabir decide ir a buscarle.
Kamal está en un campo de hierba. El sol se está poniendo, el viento sopla, la hierba ondula como las olas, y Kamal está ahí cimbreándose con la hierba. Todo el día se lo ha pasado así, y Kabir llega y le dice, « ¿Te has vuelto loco Kamal? ¿Qué es lo que haces?»
De repente Kamal es traído de vuelta a un mundo diferente y dice, « ¡Oh! Olvidé qué soy Kamal. Me volví como la hierba. ¡Dejé de ser! ¡Me volví hierba! Me moví con ella, bailé con ella y olvidé el porqué había venido aquí. Dímelo ahora, ¿a qué vine?»
Kabir le dice, « ¡A cortar hierba!»
Entonces Kamal se ríe y le contesta, « ¿Cómo puede uno cortarse a sí mismo? Hoy no es posible. Volveré otra vez y lo probaré, pero no puedo prometerte nada porque he conocido una dimensión distinta. Un mundo diferente se ha abierto ante mí».
Kabir, desde este día, llamó a su hijo, Kamal. Kamal significa «un milagro».

Un abrazo.

Escuchar al cuerpo.

Dentro de nuestro cuerpo hay muchos egos. Cada centro tiene su propio ego. El intelecto tiene el suyo propio. La emoción tiene el suyo propio. El centro sexual tiene su propio ego, su propio «yo». Si profundizas en la bio-estructura del cuerpo, cada célula tiene su propio ego. Esa es la división. Si careces de ego, si tan sólo estás, sin sentimiento de «yo», entonces eres total. Y en ese ser total, incluso si por un sólo instante eres total, serás "despertado" súbitamente. ¡Y en este estado cualquier cosa puede "despertarte", cualquier cosa!

Una monja zen estaba transportando una vasija con agua. Durante treinta años vivió en el monasterio, trabajando sin descanso, meditando, esforzándose en alcanzar la serenidad, en alcanzar un estado dónde la Verdad pudiera reflejarse. Pero ésta no había venido.
De repente, la vasija cae al suelo y se rompe hecha añicos. Ella permanece inmóvil, como aniquilada, y el agua se desparrama, y ella "despierta". De repente alcanza la Iluminación. Corre, baila, va al templo. Su Maestro acude, toca sus pies y le dice, «Ahora eres un Buda: has llegado».
Pero la monja pregunta, «Dime, ¿cómo ocurrió? Lo intenté de todas las formas, continuamente durante treinta años y no sucedió. Y esta mañana decidí que era totalmente un absurdo y que no sucedería, así que abandone todo esfuerzo. ¿Por qué ha sucedido en este momento?
El Maestro le contesta, «Porque por primera vez fuiste total y sin ego. El esfuerzo crea ego. El mismo esforzarse era la barrera. Ahora, sin ningún esfuerzo, sin motivo, sin ambición alguna, estabas llevando esta vasija con agua y... de repente la vasija cae - ¡bang! - la vasija ha caído y se ha roto, y en un instante te vuelves consciente, sin ego. Y el mismo escuchar cómo la vasija se rompe, la rotura, el ruido, el fluir del agua, y tú sin ego, escuchando totalmente: la cosa ha sucedido».

Un abrazo.