DEZA: Me contaba un viejo labrador que murió hace unos años,...

Para terminar diré que las algarrobas eran una golosina en mis tiempos de niño y que las comprábamos al tio Arsenio "el Babil" a perra chica, la pequeña y a perra gorda, la larga.

En la mili, cuentan los que estuvieron con mulos, que les daban este alimento como comida y que ellos mismos mataban el hambre si el sargento no los veía, pues estaba prohibido robarlas. Lo primero eran los acémilas, como se les llamaba en el ejército. Supongo que ya habrán desaparecido de los cuarteles y que habrán sido sustituidos por inventos mecánicos. Hoy día ya se sabe...

Nos lo podría contar, Manuel.

Un abrazo.

A buenas horas, un día más, y con el breve parentésis de esta tarde. Encima con la mala conciencia de tener cosas pendientes. Después de la amplia y completa descripción que hace el abuelo sobre el algarrobo, poco más podría añadirse. Como ya apunta él, he oído a personas mayores que las algarrobas, en las partes de España donde se da el algarrobo, contribuyeron en parte a paliar el hambre de la posguerra. En tierras mediterráneas se da bien el algarrobo, ceratonia siliqua. Dicen que la tierra que se encuentra en su base suele ser buena para los tiestos.
Un saludo.

El mensaje del abuelo me trae un recuerdo sobre algarrobos y otras especies. Hace unos veinte años se produjo un incendio provocado en el Parque Natural Montes de Málaga que, a varios kilómetros de la ciudad la circunda por el norte. Con mi padre, ya anciano, nos propusimos aportar nuestro granito de arena en recuperar la vegetación anterior al fuego. Montamos en donde pudimos un vivero improvisado utilizando envases, "tetrabrik", reutilizados después de cumplir su función. Allí depositamos, en tierra vegetal buscado en el campo, semillas de algarrobo, pino y encina (bellotas). Ya agarradas, las transportábamos en el coche para plantarlas en el territorio arrasado. Que un hombre joven lo hiciese por gusto, no tiene mayor mérito, pero hoy quiero rendir un pequeño homenaje a aquel buen hombre que sin posibilidad alguna de disfrutar la sombra de aquellos arbolillos, arrimó el hombro en la medida de sus fuerzas, y más, haciendo hoyos, plantando, regando...
Un abrazo.
P. D.: El cuidador de un área recreativa fue testigo -y pudo morir abrasado- de que dos jóvenes que habían llegado en moto provocaron el incendio. No le hicieron caso, y los causantes se fueron de rositas.

Me contaba un viejo labrador que murió hace unos años, que en una finca que había vendido al ayuntamiento para ampliación del cementerio, de joven sembró los algarrobos que había allí de simiente o sea enterrando las semillas llamadas “garrofí” en sus hoyos correspondientes. Otro vecino se le mofaba y le decía:" De tus algarrobos comerá garrofas, la burra de San José", como diciendo que pasaría tiempo y tiempo antes de coger frutos. La realidad es que estuvo cogiendo muchas, durante muchos años. Y es si ya nos desanimamos antes de sembrar, nunca conseguiremos nada para nosotros ni para nuestros hijos.

Un abrazo.