Uno que no quiere monopolizar este buen foro de Deza, viendo que hoy anda un poco decaído se anima a contribuir repitiendo lo que ya ha dicho antes. Y es que ya he manifestado en más de una ocasión que en el mundo rural, en los pueblos, hay un riquísimo patrimonio de la cultura popular en dichos, refranes, romances, canciones, juegos, tradiciones, fiestas... usos y costumbres, en suma, que, por desgracia, van camino de desaparecer para siempre. Entre que los pueblos se han ido despoblando y la, a veces, mal entendida modernidad, que valora lo urbano por encima de lo rural y la creencia equivocada de que lo de los pueblos es cosa de paletos (no hay mayor paleto que el que piensa así, por algo ya decía Machado que el españolito desprecia cuanto ignora) estamos perdiendo un rico acervo acumulado generación tras generación. No escuchamos a los abuelos, fuente inagotable de saber, difícil que los padres se sienten con sus hijos a contarles cosas pasadas, los críos y menos críos pasan las horas delante de la tele, el ordenador o cualquier juego electrónico, por lo que no es de extrañar que desconozcan lo más elemental de un pasado no tan lejano.
Mi observación diaria me permite saber que, por ejemplo, los niños no saben jugar apenas y desconocen juegos que generación tras generación cualquier chiquillo practicaba en la calle. Puede que en algunos pueblos todavía se conserve algo de esto, no sé. Difícil en los nuestros, donde apenas quedan chiquillos. Y en donde hay niños, raro es verlos en las calles que, por añadidura, les hemos arrebatado los adultos con nuestros coches y los especuladores y responsables de urbanismo pues, ya se sabe, no queda solar donde no se levante un bloque de pisos o aparcamientos.
Lo que hemos creado entre todos, en suma.
Mi observación diaria me permite saber que, por ejemplo, los niños no saben jugar apenas y desconocen juegos que generación tras generación cualquier chiquillo practicaba en la calle. Puede que en algunos pueblos todavía se conserve algo de esto, no sé. Difícil en los nuestros, donde apenas quedan chiquillos. Y en donde hay niños, raro es verlos en las calles que, por añadidura, les hemos arrebatado los adultos con nuestros coches y los especuladores y responsables de urbanismo pues, ya se sabe, no queda solar donde no se levante un bloque de pisos o aparcamientos.
Lo que hemos creado entre todos, en suma.