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DEZA: El que tenía un buen gallinero, tenía una fuente de...

Muy buenos días abuelo
Muy buenos días dezanos
Muy buenos días para todos
Hoy abuelo amanecimos con lluvia, esta noche nos ha caido una buena. Esta mañana cuando he salido a la calle, he oido a los pajarillos (que seguro son gorriones) cantar entre los árboles. Me ha dado alegria su cantico. Los pobres estaban refugiados al cobijo de algunos árboles que aún tienen alguna hojilla.
Pues hoy ya aqui lo dejo, me voy a mis quehaceres. La agenda esta super repleta. Veremos como acaba la jornada.
Un saludo y hasta mañana.

Amiga Las Matas: Hoy por aquí tiene otra cara el tiempo pues apenas hace nada de frío. Como que me he encontrado una viejecita (mira quien habla de viejos) que salía de su casa e iba a tomar el sol. Esto era hacia las 11 cuando yo ya venía de la gimnasia.

Los pobres gorriones que eran los que nos hacían compañía en invierno, lo pasaban mal. Tan mal que muchos dejaban su pellejo, digo sus plumas, por el basurero. El basurero era un rinconcito en donde los vecinos echábamos los desperdicios de casa, que prácticamente, era materia orgánica. Y entre esas cosas iban a veces las plumas de los gorriones que aquel día habían caído víctimas de la incomprensión, puesto que los habían atrapado al intentar alimentarse.

Un abrazo.

El gorrión, llamado también pardal en muchos lugares, es tan antiguo en los pueblos como el hombre mismo. Siempre ha sido su compañero a pesar de quererlo y tratarlo tan mal como se podía, con la escusa de que se comía sus cosechas. Y con toda razón pues hasta tiempos recientes no había manera de controlarlo y hacía daños importantes en las plantaciones de las huertas y tierras sembradas cercanas a los pueblos. Se cazaban con ratoneras y sobre todo cerrando la puerta del gallinero en donde se habían metido a comer con las gallinas. Así caían por cientos cada año.

Un abrazo.

El que tenía un buen gallinero, tenía una fuente de proteínas importante puesto que allí cogería los gorriones que quisiera. En otros, en cambio no se metía ninguno. Yo lo comparo a aquellos bares que están llenos de juventud y encima tienen que hacer cola y otros, al lado mismo y con más lujo y comodidad, ni lo pisan. A los pardales les ocurría lo mismo; siempre entraban donde menos te lo esperabas aunque al lado tuviesen otro gallinero más amplio y con más comida, quizá.

Un abrazo.