Uno de los que pueden contestar la pregunta sobre el año de construcción de las escuelas de Deza, es el amigo pefeval pues sus padres posiblemente lo sepan. Ellos son de las personas de más edad de los que actualmente viven de nuestro pueblo. Y de seguro que nos lo podría decir, es la amiga C que podría volver al foro tan asiduamente como lo hizo en el anterior. También su padre es una enciclopedia viviente, de muchos años a Dios gracias.
En cuanto a las escuelas de Bordalba ya es más difícil. Desde luego, al ser un pueblo de otra provincia, posiblemente la administración no fuera la misma que la de nuestra Soria. Es sólo una hipótesis mía...
Yo lo que recuerdo es que en los años treinta ya estaban construidas. Había dos clases de chicos y otras dos de chicas. Por cierto, en un lugar ideal. En el frente estaban las casas de los maestros de dos alturas y a los costados dos escuelas a cada lado. En la pared había una escritura que decía: "PROHIBIDO JUGAR A LA PELOTA Y SUBIR AL TEJADO BAJO LA MULTA DE UNA PESETA".
En otro lugar, independientemente de este grupo, estaba la escuela de párvulos.
Estas que vemos en la fotografía son las que hay actualmente. Al quedarse el pueblo sin niños, estuvieron abandonadas a su suerte. Hace unos años se tiraron a tierra y se hicieron tales reformas, que ya ni las conoce la madre que las parió, que se dice coloquialmente.
Desconozco si hay alumnado en la actualidad.
El censo que queda en Deza en invierno no llega ni a ochenta personas.
Un abrazo.
En cuanto a las escuelas de Bordalba ya es más difícil. Desde luego, al ser un pueblo de otra provincia, posiblemente la administración no fuera la misma que la de nuestra Soria. Es sólo una hipótesis mía...
Yo lo que recuerdo es que en los años treinta ya estaban construidas. Había dos clases de chicos y otras dos de chicas. Por cierto, en un lugar ideal. En el frente estaban las casas de los maestros de dos alturas y a los costados dos escuelas a cada lado. En la pared había una escritura que decía: "PROHIBIDO JUGAR A LA PELOTA Y SUBIR AL TEJADO BAJO LA MULTA DE UNA PESETA".
En otro lugar, independientemente de este grupo, estaba la escuela de párvulos.
Estas que vemos en la fotografía son las que hay actualmente. Al quedarse el pueblo sin niños, estuvieron abandonadas a su suerte. Hace unos años se tiraron a tierra y se hicieron tales reformas, que ya ni las conoce la madre que las parió, que se dice coloquialmente.
Desconozco si hay alumnado en la actualidad.
El censo que queda en Deza en invierno no llega ni a ochenta personas.
Un abrazo.
Mis padres actualmente no residen en Deza: hace varios años que están conviviendo conmigo y con mis hermanos debido a su avanzada edad y a la escasa movilidad de mi madre; unicamente, como les gusta mucho estar en el pueblo, todos los años pasan un par de meses allí que yo aprovecho para acompañarles una semana que dedico a hacer senderismo por esos lugares que me son tan familiares y añorados, tomar unas birras y charrar con los viejos amigos.
Con respecto al motivo de mi respuesta, abuelo, mi padre no recuerda el año de construcción de las escuelas, pero me dice que en un principio, tanto las de los chicos como las de las chicas, eran una sola escuela a cada lado hasta que a finales de los años veinte las segregaron mediante un tabique de adobe, convirtiéndolas en dos a cada lado que es como las conocimos nosotros.
Y en lo tocante al número de escuelas, yo recuerdo haber asistido a cuatro aunque exactamente no sabría decir a que edades pasábamos de una a otra: abajo, junto a la cuesta de la Parra, entrando por el callejón del tio Pablito y sobre la carpintería de Benjamín estaba la primera; su maestra, Tina la hija de D Gerardo, con quien después de muchos años coincidí en Madrid en las Escolapias de Carabanchel Alto. Pasábamos a la siguiente situada sobre el horno de la Villa en la calle de la Erilla; su maestra Luisa Alcázar, de grato recuerdo, que murió muy joven. Después subíamos a la Fortaleza donde estaba la de D. Jesús García Las Heras, entrañable maestro a quien ya hemos mencionado en varias ocasiones y, por último la del también aludido D. Andrés Zamora. Paralelas a estas últimas estaban las de las chicas donde impartían su docencia Dª Mercedes y Dª Angelines.
Siento no poder darte la información acerca de la construcción de las escuelas. Actualmente creo que unicamente funciona una escuela unitaria, pasando los alumnos al centro de Gómara. En lo referente a las escuelas de Bordalba que pregunta L. García, tampoco sé nada, únicamente el año que se quemaron que creo que fue en 1.952 ó 1.953.
Manuel, tus participaciones son muy instructivas y amenas y, aunque algunos detalles referentes a nuestras antiguas costumbres ya los conocíamos, otros han caído en el olvido de los mayores y los ignoran los más jóvenes; se agradece, porque siempre es interesante conocer la historia.
Un saludo
Con respecto al motivo de mi respuesta, abuelo, mi padre no recuerda el año de construcción de las escuelas, pero me dice que en un principio, tanto las de los chicos como las de las chicas, eran una sola escuela a cada lado hasta que a finales de los años veinte las segregaron mediante un tabique de adobe, convirtiéndolas en dos a cada lado que es como las conocimos nosotros.
Y en lo tocante al número de escuelas, yo recuerdo haber asistido a cuatro aunque exactamente no sabría decir a que edades pasábamos de una a otra: abajo, junto a la cuesta de la Parra, entrando por el callejón del tio Pablito y sobre la carpintería de Benjamín estaba la primera; su maestra, Tina la hija de D Gerardo, con quien después de muchos años coincidí en Madrid en las Escolapias de Carabanchel Alto. Pasábamos a la siguiente situada sobre el horno de la Villa en la calle de la Erilla; su maestra Luisa Alcázar, de grato recuerdo, que murió muy joven. Después subíamos a la Fortaleza donde estaba la de D. Jesús García Las Heras, entrañable maestro a quien ya hemos mencionado en varias ocasiones y, por último la del también aludido D. Andrés Zamora. Paralelas a estas últimas estaban las de las chicas donde impartían su docencia Dª Mercedes y Dª Angelines.
Siento no poder darte la información acerca de la construcción de las escuelas. Actualmente creo que unicamente funciona una escuela unitaria, pasando los alumnos al centro de Gómara. En lo referente a las escuelas de Bordalba que pregunta L. García, tampoco sé nada, únicamente el año que se quemaron que creo que fue en 1.952 ó 1.953.
Manuel, tus participaciones son muy instructivas y amenas y, aunque algunos detalles referentes a nuestras antiguas costumbres ya los conocíamos, otros han caído en el olvido de los mayores y los ignoran los más jóvenes; se agradece, porque siempre es interesante conocer la historia.
Un saludo
Interesante asunto el que hace unos días comenzó pefeval sobre la enseñanza, los maestros y las escuelas. Tema amplio y que puede ser abordado desde muchas perspectivas. Que la enseñanza va cambiando según los tiempos es algo obvio. En clave de humor se enfocaba en este mismo foro, no hace mucho, los diversos modelos por los que ha pasado nuestro país en el último medio siglo. De lo que no hay duda es de que aquellas escuelas y métodos que comentan aquí nuestros amigos dezanos, y vivimos los que hace años dejamos la juventud, han pasado a mejor vida.
Hoy, puede afirmarse con rotundidad que nunca han sido mejor tratados los alumnos como en la actualidad. Se desterraron los castigos corporales de cualquier tipo y castigos que podrían considerarse humillantes ni se los plantearía el profesor más obtuso hoy día. Cualquiera de nuestra generación sufrió más de un pescozón, regletazo, tortazo, tirón de patillas... o pasó ratos de rodillas con los brazos en cruz, incluso soportando algún peso en las manos, tipo libro, por no decir los castigos infligidos a los más díscolos. Hubo de todo, como en botica, desde el maestro que castigaba con cierta moderación, hasta los sádicos que descargaban su ira con el infeliz de turno. También hubo maestros benévolos que prodigaron mucho cariño a los niños, aun dando algún cachete. Había un sentimiento generalizado de que los que no se aprendían las lecciones era por pura vagueza y no era raro que por no saberse las tablas, por ejemplo, el "olvidadizo" de turno sufriese su ración de regletazos. "La letra con sangre entra" no siempre tenía sentido metafórico. Por otra parte, existía complicidad entre padres y maestros, y, por lo que pudiera pasar, era mejor no comentar en casa que te habían dado una torta, porque, en el mejor de los casos, la respuesta que se podía encontrar era: "algo habrás hecho", o recibir otra, en el peor.
Peor lo pasaron en algunos internados, y no digamos los infortunados que, para su desgracia, pasaron por los reformatorios. Algo de eso vimos en la película "Los chicos del coro", pero peor, porque está basada en hechos reales, el drama -más bien tragedia- de la película de la 2 de este lunes pasado "Los niños de San Judas", en la que se retrata la crueldad con que eran tratados los niños de un reformatorio católico de Irlanda entre las dos grandes guerras.
Ahora que se ha generalizado la enseñanza, que el número de alumnos por profesor es como máximo de 25 en primaria, que hay especialistas, orientadores, logopedas, profesores de apoyo, que hay más y mejores medios, que la letra ya no entra con sangre... pues resulta que no salimos muy bien parados en las pruebas de diagnóstico. Aunque ese es un tema para hablar en otro momento. Ahí lo dejo, que este es un foro abierto. Me gustaría conocer la opinión de otros amigos del foro.
Hoy, puede afirmarse con rotundidad que nunca han sido mejor tratados los alumnos como en la actualidad. Se desterraron los castigos corporales de cualquier tipo y castigos que podrían considerarse humillantes ni se los plantearía el profesor más obtuso hoy día. Cualquiera de nuestra generación sufrió más de un pescozón, regletazo, tortazo, tirón de patillas... o pasó ratos de rodillas con los brazos en cruz, incluso soportando algún peso en las manos, tipo libro, por no decir los castigos infligidos a los más díscolos. Hubo de todo, como en botica, desde el maestro que castigaba con cierta moderación, hasta los sádicos que descargaban su ira con el infeliz de turno. También hubo maestros benévolos que prodigaron mucho cariño a los niños, aun dando algún cachete. Había un sentimiento generalizado de que los que no se aprendían las lecciones era por pura vagueza y no era raro que por no saberse las tablas, por ejemplo, el "olvidadizo" de turno sufriese su ración de regletazos. "La letra con sangre entra" no siempre tenía sentido metafórico. Por otra parte, existía complicidad entre padres y maestros, y, por lo que pudiera pasar, era mejor no comentar en casa que te habían dado una torta, porque, en el mejor de los casos, la respuesta que se podía encontrar era: "algo habrás hecho", o recibir otra, en el peor.
Peor lo pasaron en algunos internados, y no digamos los infortunados que, para su desgracia, pasaron por los reformatorios. Algo de eso vimos en la película "Los chicos del coro", pero peor, porque está basada en hechos reales, el drama -más bien tragedia- de la película de la 2 de este lunes pasado "Los niños de San Judas", en la que se retrata la crueldad con que eran tratados los niños de un reformatorio católico de Irlanda entre las dos grandes guerras.
Ahora que se ha generalizado la enseñanza, que el número de alumnos por profesor es como máximo de 25 en primaria, que hay especialistas, orientadores, logopedas, profesores de apoyo, que hay más y mejores medios, que la letra ya no entra con sangre... pues resulta que no salimos muy bien parados en las pruebas de diagnóstico. Aunque ese es un tema para hablar en otro momento. Ahí lo dejo, que este es un foro abierto. Me gustaría conocer la opinión de otros amigos del foro.