DEZA: ¿PADRES CONTRA PROFESORES?...

¿PADRES CONTRA PROFESORES?

Ayer hacíamos algunos comentarios sobre las escuelas y colegios de antes y cómo hoy día ningún alumno sufre el más mínimo maltrato. Antes, y sobre todo en sociedades más rígidas y autoritarias, el respaldo de los padres hacia la escuela era absoluto y cualquier decisión de los maestros, hasta las más arbitrarias, era apoyada sin fisuras, generalmente. Y el menor percibía esta complicidad entre sus progenitores y sus profesores, hasta el punto de que sabía que poco tenía que hacer para indisponer a unos contra otros.
Hoy esta tendencia se ha invertido hasta límites insospechados hace sólo unos años. Basta con que cualquier chaval se queje en casa, con razón o sin ella, contra su maestro o maestra para que su familia se ponga de su parte -"los niños suelen decir la verdad; mi niño no miente, afirman- y resulta del todo impensable, salvo honrosas excepciones, que le respondan como antaño: "Halgo habrás hecho, para que te castiguen"; "que no me tengan que llamar la atención por haber hecho algo malo"; "estudia más y no te suspenderán" (Mi padre q. e. p. d. me solía decir una frase que hoy considero muy hermosa: "que nunca me tengan que afrentar por tu comportamiento".) Lo normal es que, en estas ocasiones, aparezca por el colegio uno o los dos padres de la criatura a pedir explicaciones, en más de un caso con el ceño fruncido, como poco, (ya se sabe que los niños siempre dicen la verdad, como los borrachos) o excepcionalmente, mostrando agresividad verbal, cuando no física, pero esto sólo en casos más excepcionales y aíslados. Y los maestros dan las explicaciones oportunas porque, entre otras consideraciones, es un derecho que asiste a los padres el de estar informados. Ya dije que nunca como ahora se han tratado mejor a los alumnos; sin embargo, nunca como ahora se ha tratado peor a los profesores. Y no hablo de los muy raros casos de agresión física, ni los menos raros de agresividad verbal de las familias y, sobre todo, de los alumnos de secundaria, sino de la paulatina pérdida de autoridad, la presión social, la falta de cariño y reconocimiento, la indiferencia...
Manuel, el de Soria (desde la diáspora).
(Seguiremos)
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Según el Informe Estatal del Defensor del Profesor 2008, durante elcurso 2006-2007 las amenazas recibidas de padres y madres se incrementaron en un 24 por ciento respecto del año anterior. Aunque siguen siendo casos aislados, la gravedad del asunto no es para tomársela a la ligera. Sin caer en alarmismos innecesarios o catastrofismo diversos, es incuestionable que estas actitudes de algunos progenitores contribuyen a complicar y hacer más difícil la labor de los docentes. Algo que parecía impensable hace sólo unos años, comienza a instalarse peligrosamente en nuestra sociedad. Si teníamos poco con los malos resultados académicos -el llamado fracaso escolar- la mala educación de muchos alumnos, incluso violencia verbal, en secundaria, sobre todo, ahora añadimos las reacciones de algunos padres y madres, más propias de energúmenos.
Sin prisa, pero sin pausa, se ha producido una paulatina pérdida de autoridad de maestros y profesores, sometidos al constante cambio de leyes educativas y a los caprichos de las administraciones, los propios alumnos y los políticos, más preocupados de tener contentas a las familias que, al fin y al cabo, siempre sumarán más votos que los profesionales de la enseñanza (la proporción de 50 a 1, más o menos). (Como pequeño botón de muestra, la Junta de Andalucía, por ejemplo, ha lanzado la propuesta de modificar el calendario escolar, sin consultar previamente a los profesores, poniéndolos en una situación poco airosa ante la opinión pública, por no decir cuando anuncia a bombo y platillo cualquier mejora salarial de éstos).
Manuel, el de Soria (desde la diáspora)
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