Hay dos fragmentos del artículo de Antonio Soler que me han llamado la atención por lo que de significativos tienen; así cuando dice: "No acaba uno de entender muy bien por que los elementos PRESUNTAMENTE (1) PROGRESISTAS de nuestra sociedad..." o bien: "La progresía PRESUNTAMENTE (1) ILUSTRADA..." La sutileza de "presuntamente" que resalto en mayúsculas, define muy bien lo que está ocurriendo en la actualidad: la confusión, muchas veces interesada, entre izquierda y progre, términos que en absoluto son equivalentes. Igual que no es lo mismo el ser y el parecer, el eco y las voces u oír y escuchar.
Definir al progre puede dar mucho de sí, el asunto sería muy extenso y los puntos de vista diferirían según quien lo haga, pero no creo que sea exagerado afirmar que lo progre tiene que ver más con la pose, la apariencia, lo políticamente correcto y los brindis al sol por el poco compromiso que esto acarrea. También puede conocerse por utilizar a menudo conceptos loables como la solidaridad, la libertad y la igualdad, pero que su abuso interesado convierte en lugares comunes y a poco que se profundice se le descubrirá en su incoherencia.
Quien va de progre procurará en todo instante parecer moderno tanto en el vestir como en el uso del lenguaje con expresiones acordes; usará mucho las @ (arrobas) al escribir y expresiones como buenos días a todos y todas, usuarios y usuarias, los vascos y las vascas, los padres y las madres, etc. Practicará feminismo de salón que es una buena forma de quedar bien ante el sexo (dirá género) femenino, si es progre varón, pero mirará hacia otro lado -aquí sin distinción de sexos- cuando la perjudicada es la mujer de otras culturas, como la musulmana, porque la multiculturalidad es sacrosanta y no es bueno poner en peligro la Alianza de las Civilizaciones; se opondrá o abominará de actos históricos como la "Toma de Granada", el Descubrimiento de América y su conquista (nunca se le oirá rechistar ante los atropellos de Chávez con cualquier símbolo hispano) y alimentará la Leyenda Negra como no podría ser de otra forma, al mismo tiempo que mientras reniega de personajes como el Cid, los RR. Católicos o Felipe II (todos ellos franquistas, como está demostrado) siente empatía desde Tarik y Muza, pasando por el humanista Almanzor y lamentando, cachis, la derrota de Boabdil y sus correligionarios. Se da por supuesto que la guerra tenían que haberla ganado aquellos del sur, paradigma de exquisitez y cultura y no los del norte, unos bárbaros que además no se duchaban a diario.
Sonreirá complacido con nuestros chistes sobre la Biblia, Dios o el "sursum corda", pero no osará jamás hacer mofa befa o escarnio de Mahoma, Alá o El Corán, y por supuesto, no se le ocurrirá solidarizarse con los caricaturistas daneses o Salman Rushdie, al menos en ambientes que pongan en peligro su statu quo. Se mostrará comprensivo y favorable a todo nacionalismo vasco, catalán o gallego, mientras le parecerá de lo más reaccionario todo lo que suene a España a la que nunca se referirá así sino con términos como este país, el estado español, etc.
A ser posible, cambiará al menos una vez en su vida de casa y de compañera/o y sólo llevará a sus retoños a colegios públicos que ofrezcan una contrastada calidad, aunque mejor lo hará en centros concertados, pero sin que se note mucho. Le gusta darse la buena vida, frecuentar buenos restaurantes y probar buenos caldos, aunque cuidando las apariencias, no vayan a confundirlo con otros no progres. Podría seguirse el relato, pero se hace tarde. Para terminar quien va de progre hará suyos los términos de la grey, seguirá sus usos y costumbres, y nunca osará ir por libre, independiente, y mucho menos francotirador.
Decíamos al principio que la izquierda y lo progre no son sinónimos.
¿Ejemplos de progres? Cualquier lector conocerá unos pocos.
¿De izquierda? Ahora me viene el recuerdo de nuestro paisano Marcelino Camacho. Quien conozca su vida y obra observará que no tiene nada en común con lo arriba apuntado.
Y unos comentarios de Julio Anguita a propósito de este asunto, copiados literalmente de una reciente entrevista:
"los progres, cuando plantean temas como la ablación, se olvidan de un código que se llama los Derechos Humanos. Si una fe religiosa sirve para que se conculquen los derechos humanos, lo siento por esa fe religiosa", dijo refiriéndose a temas como la ablación o la lapidación. En esos casos, "lo siento por su cultura, si hay que colocarla fuera de la ley, yo la coloco".
Es por ello, y debido a que se puede distinguir "entre fundamentalismo islámico y otros fundamentalismos inscritos en cierta progresía", que Anguita afirma que "yo soy rojo, no progre. Si quiere insultarme llámeme progre".
Independientemente de que se coincida o no con su ideología, queda clara la distinción de este político que se retiró dando clases en un instituto de Córdoba.
(1) Resaltado en mayúsculas por quien suscribe.
Definir al progre puede dar mucho de sí, el asunto sería muy extenso y los puntos de vista diferirían según quien lo haga, pero no creo que sea exagerado afirmar que lo progre tiene que ver más con la pose, la apariencia, lo políticamente correcto y los brindis al sol por el poco compromiso que esto acarrea. También puede conocerse por utilizar a menudo conceptos loables como la solidaridad, la libertad y la igualdad, pero que su abuso interesado convierte en lugares comunes y a poco que se profundice se le descubrirá en su incoherencia.
Quien va de progre procurará en todo instante parecer moderno tanto en el vestir como en el uso del lenguaje con expresiones acordes; usará mucho las @ (arrobas) al escribir y expresiones como buenos días a todos y todas, usuarios y usuarias, los vascos y las vascas, los padres y las madres, etc. Practicará feminismo de salón que es una buena forma de quedar bien ante el sexo (dirá género) femenino, si es progre varón, pero mirará hacia otro lado -aquí sin distinción de sexos- cuando la perjudicada es la mujer de otras culturas, como la musulmana, porque la multiculturalidad es sacrosanta y no es bueno poner en peligro la Alianza de las Civilizaciones; se opondrá o abominará de actos históricos como la "Toma de Granada", el Descubrimiento de América y su conquista (nunca se le oirá rechistar ante los atropellos de Chávez con cualquier símbolo hispano) y alimentará la Leyenda Negra como no podría ser de otra forma, al mismo tiempo que mientras reniega de personajes como el Cid, los RR. Católicos o Felipe II (todos ellos franquistas, como está demostrado) siente empatía desde Tarik y Muza, pasando por el humanista Almanzor y lamentando, cachis, la derrota de Boabdil y sus correligionarios. Se da por supuesto que la guerra tenían que haberla ganado aquellos del sur, paradigma de exquisitez y cultura y no los del norte, unos bárbaros que además no se duchaban a diario.
Sonreirá complacido con nuestros chistes sobre la Biblia, Dios o el "sursum corda", pero no osará jamás hacer mofa befa o escarnio de Mahoma, Alá o El Corán, y por supuesto, no se le ocurrirá solidarizarse con los caricaturistas daneses o Salman Rushdie, al menos en ambientes que pongan en peligro su statu quo. Se mostrará comprensivo y favorable a todo nacionalismo vasco, catalán o gallego, mientras le parecerá de lo más reaccionario todo lo que suene a España a la que nunca se referirá así sino con términos como este país, el estado español, etc.
A ser posible, cambiará al menos una vez en su vida de casa y de compañera/o y sólo llevará a sus retoños a colegios públicos que ofrezcan una contrastada calidad, aunque mejor lo hará en centros concertados, pero sin que se note mucho. Le gusta darse la buena vida, frecuentar buenos restaurantes y probar buenos caldos, aunque cuidando las apariencias, no vayan a confundirlo con otros no progres. Podría seguirse el relato, pero se hace tarde. Para terminar quien va de progre hará suyos los términos de la grey, seguirá sus usos y costumbres, y nunca osará ir por libre, independiente, y mucho menos francotirador.
Decíamos al principio que la izquierda y lo progre no son sinónimos.
¿Ejemplos de progres? Cualquier lector conocerá unos pocos.
¿De izquierda? Ahora me viene el recuerdo de nuestro paisano Marcelino Camacho. Quien conozca su vida y obra observará que no tiene nada en común con lo arriba apuntado.
Y unos comentarios de Julio Anguita a propósito de este asunto, copiados literalmente de una reciente entrevista:
"los progres, cuando plantean temas como la ablación, se olvidan de un código que se llama los Derechos Humanos. Si una fe religiosa sirve para que se conculquen los derechos humanos, lo siento por esa fe religiosa", dijo refiriéndose a temas como la ablación o la lapidación. En esos casos, "lo siento por su cultura, si hay que colocarla fuera de la ley, yo la coloco".
Es por ello, y debido a que se puede distinguir "entre fundamentalismo islámico y otros fundamentalismos inscritos en cierta progresía", que Anguita afirma que "yo soy rojo, no progre. Si quiere insultarme llámeme progre".
Independientemente de que se coincida o no con su ideología, queda clara la distinción de este político que se retiró dando clases en un instituto de Córdoba.
(1) Resaltado en mayúsculas por quien suscribe.