La víbora y la lima.
A un taller de un herrero entró una víbora, pidiéndole caridad a las herramientas. Después de recibir algo de todas, faltando sólo la lima, se le acercó y le suplicó que le diera alguna cosa.
- ¡Bien engañada estás, repuso la lima, si crees que te daré alguna cosa. Yo que tengo la
costumbre, no de dar, sino de tomar algo de todos!
Un abrazo.